Jason Kelce apoyará a Eagles y no a Chiefs de su hermano Travis

La historia de los hermanos Kelce es un ejemplo de cómo la familia y la rivalidad pueden coexistir en un delicado equilibrio. Jason, el mayor, y Travis, el menor, crecieron compartiendo un balón, peleándose por un control remoto y corriendo para llegar primero en la mesa durante la cena. Esa competencia infantil, alimentada por años de empujones en el patio trasero y bromas interminables, fue la chispa que encendió su deseo por convertirse en jugadores de la National Football League.

Sin embargo, cuando se trata de lealtad hacia sus colores, el amor fraternal se coloca en un segundo plano, especialmente si los equipos que representan están en lados opuestos de la línea de scrimmage. Esta dinámica alcanzó su punto más alto en el Super Bowl LVII, conocido popularmente como el Kelce Bowl, cuando Jason, líder indiscutible de los Philadelphia Eagles, y Travis,pieza clave en la maquinaria ofensiva de los Kansas City Chiefs, se enfrentaron en el gran juego por el trofeo Vince Lombardi.

Aquella noche en Glendale, Arizona, fue una mezcla de emociones encontradas: orgullo por compartir el campo con su hermano y desolación por saber que sólo uno saldría victorioso. Al final, los Chiefs de Travis se llevaron el trofeo Vince Lombardi, mientras Jason, cabizbajo pero siempre profesional, felicitó a su hermano menor. Fue un momento icónico que mostró que, aunque la familia siempre importa, en el football el objetivo es ganar.

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Ahora, en 2025, los hermanos Kelce están listos para protagonizar una secuela. El próximo 9 de febrero, los Eagles y los Chiefs se volverán a enfrentar en el Super Bowl, esta vez en Nueva Orleans. Pero si algo quedó claro en su exitoso podcast New Heights es que Jason ya eligió su bando, y no es el de la sangre.

Al antiguo centro de Eagles no le importa que su hermano pueda convertirse en tricampeón de la NFL, algo que nunca ha sucedido en la era del Super Bowl.

”Apoyaré a los Eagles, por supuesto”, dijo Jason en un episodio emitido el año pasado, cuando un oyente le preguntó a quién alentaría en caso de un nuevo enfrentamiento con Travis en el Super Bowl. La respuesta fue contundente “Siempre seré un Eagle. Primero y ante todo. Claro, quiero que Travis tenga un buen partido, pero no, definitivamente estaré animando a los Eagles”.

Travis, fiel a su estilo relajado y bromista, no tardó en interrumpir: “Esto es una tontería”. Pero Jason no flaqueó. Su lealtad hacia Filadelfia, el equipo que lo seleccionó en 2011 y donde ha construido una carrera digna del Salón de la Fama, no está en duda. Para él, los colores verde y blanco representan mucho más que un uniforme; son su identidad, su familia extendida y el lugar donde dejó su alma en cada jugada.

Desde su retiro, Jason ha encontrado una segunda vida como analista de football y rostro de diversas marcas comerciales. Su carisma y estilo sincero han conquistado audiencias mucho más allá del ámbito deportivo, pero su corazón sigue anclado en el Lincoln Financial Field. Filadelfia no sólo lo ve como un jugador legendario, sino como un símbolo de la ciudad misma: fuerte, resiliente y ferozmente leal.

Por otro lado, Travis es la antítesis perfecta: un jugador que encarna la versatilidad y el espectáculo, el rostro de una ofensiva que ha dominado la NFL bajo el mando de Patrick Mahomes. Aunque ambos hermanos comparten una conexión irrompible fuera del campo, dentro de él, representan dos estilos y filosofías de juego que, más que nunca, parecen destinados a colisionar.

Para Jason, este segundo Kelce Bowl es una oportunidad de redención. A pesar del respeto y cariño que tiene por Travis, los días previos al partido estarán marcados por la concentración absoluta. Porque cuando llegue el momento de enfrentarse en Nueva Orleans, la hermandad será solo una nota al pie en la narrativa de un enfrentamiento épico.

La madre de ambos, Donna Kelce, seguramente tomará partido ahora que Jason está disfrutando de su jubilación. La tradicional chamarra mitad Eagles y mitad Chiefs se quedará guardada en el closet y optará por vestir el número 87 de su hijo, algo que también se espera haga la mundialmente famosa Taylor Swift.

En la familia Kelce, el amor siempre estará ahí, pero en el Super Bowl, los lazos de sangre se detienen en la línea de golpeo.

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