Terence Crawford revela cómo venció a Canelo Álvarez y entró en la historia del boxeo

Una vez que Saúl Álvarez estampó su nombre en el contrato, Terence Crawford no pudo ocultar una sonrisa. El estadounidense entendió que el escenario era el más grande de su carrera y, al mismo tiempo, el terreno perfecto para demostrar que el boxeo todavía tiene un rey sin derrota. En su cabeza, la pelea contra Canelo ya estaba ganada antes de que sonara la primera campana.

El 13 de septiembre en Las Vegas, poco más de 70 mil aficionados llenaron el Allegiant Stadium para asistir a lo que se presentó como un combate de eras. Por un lado, Álvarez, el campeón mexicano que había construido una carrera de ídolo global, respaldado por el peso de su nombre. En la otra esquina, Crawford, un hombre que subía dos divisiones y que nunca había estado en una noche de esa magnitud.

El riesgo para el estadounidense parecía enorme. La recompensa, infinita, aunque pocos dentro de la industria predijeron que ganaría.

La clave, según confesó el propio Crawford en entrevista con Inside The Ring, estaba en la historia reciente. Había observado cómo Floyd Mayweather Jr. desarmó a Álvarez con defensiva elusiva. Había estudiado el plan de Dmitry Bivol, quien lo neutralizó con disciplina. Había identificado incluso detalles en el duelo con William Scull, cuando la movilidad terminó por desesperar al mexicano. Para Crawford, el camino estaba claro.

“Sabía que le iba a ganar”, afirmó con naturalidad. “Siempre que (Canelo) enfrentó a un estilo como el mío, batalló. Yo tenía todas esas armas y algunas más".

La pelea comenzó con poca expectación. La mayoría entendía que la ventaja de peso del mexicano sería suficiente para terminar con el compromiso antes de las 12 campanadas. Canelo buscó imponer su fuerza desde temprano, pero se topó con una defensa impenetrable. Crawford bloqueó, esquivó y contraatacó con paciencia. Sus golpes eran menos vistosos, pero más efectivos.

El estadounidense confesó que, incluso en la pelea, nunca sintió la pegada de Álvarez como un factor decisivo.

“Nunca se ha visto la fórmula para vencer a Terence Crawford”, dijo. “Así que sabía que tenía buenas posibilidades de ganar”.

Crawford también señaló que la pegada de Álvarez no lo impresionó. Mientras el público esperaba la explosión de Canelo, Crawford seguía construyendo el triunfo con precisión.

Llegados los asaltos de campeonato, la esquina de Crawford lo gritó con insistencia: había que cerrar la función.

“No te lo van a dar”, le advirtieron. Entonces apretó el paso, aumentó la presión y terminó de inclinar la balanza en los últimos dos capítulos. Al final, los jueces coincidieron en lo evidente. La decisión unánime coronó a un nuevo soberano del boxeo.

Ese triunfo no sólo amplió su récord a 42 victorias sin derrota, con 31 nocauts. También lo colocó en un pedestal histórico. Crawford se convirtió en el primer peleador que logra unificar los cuatro cinturones en tres divisiones distintas. El último precedente de un dominio semejante data de 1938, cuando Henry Armstrong conquistó tres coronas en tiempos en los que la palabra indiscutible tenía otro peso.

En la conversación, Crawford se mostró lejos de la euforia.

“No siento nada especial. Era lo que estaba destinado a pasar”, dijo con serenidad. Para él, la grandeza parece un estado natura.

Lo más llamativo de su relato es que Crawford nunca habla de la pelea como una hazaña imposible. La describe como un proceso inevitable, resultado de preparación, lectura y convicción.

La noche del 13 de septiembre en Las Vegas quedará como un punto de inflexión en el boxeo. No sólo porque Álvarez cedió su lugar frente a un rival que lo superó con claridad. También porque Crawford abrió un territorio que parecía reservado a la historia antigua. Desde Henry Armstrong en 1938, ningún hombre había conseguido unificar en tres categorías. Todos pensaban que no lograría, menos Crawford, quien antes de firmar el combate, ya había detectado las deficiencias del mexicano.

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