Así ha cambiado el pasaporte americano a lo largo de los años: algunos son sorprendentes
Desde cartas de viaje a documentos de seguridad global; la sorprendente transformación del pasaporte americano.
A simple vista, el pasaporte estadounidense con su característico tono azul parece un símbolo estable e inmutable de la libertad de viajar. Pero su historia es bien distinta, un viaje de más de dos siglos que refleja no solo la evolución de los viajes internacionales, sino también los cambios sociales, políticos y tecnológicos en Estados Unidos.
Los primeros documentos emitidos por el gobierno de Estados Unidos, a partir de 1782, no se parecían en nada al folleto moderno que hoy guardan millones de ciudadanos. Eran cartas manuscritas, más parecidas a permisos de cortesía que a identificaciones oficiales, dirigidas a gobiernos extranjeros para solicitar paso seguro a viajeros estadounidenses.
Así ha cambiado el pasaporte americano a lo largo de los años
Durante gran parte del siglo XIX, estos permisos de viaje eran casi opcionales y raros, menos de 100 se emitían al año, y solo viajeros oficiales o gente de cierta posición social los buscaba. No fue sino hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial que los pasaportes empezaron a adquirir un formato estandarizado con identidad visual para todos los ciudadanos, impulsados por la necesidad de seguridad global.
Hasta 1914, los pasaportes no incluían fotografías; en su lugar, las descripciones físicas del portador estaban escritas a mano. La incorporación de imágenes fue una respuesta directa al espionaje internacional durante el conflicto, cuando agentes extranjeros utilizaron documentos estadounidenses para moverse sin ser detectados.
Los cambios no se limitaron a la forma física. Las normas sociales también quedaron registradas en estas páginas, hasta la era de la Primera Guerra Mundial, las mujeres casadas no podían tramitar un pasaporte propio bajo su nombre, sino que figuraban como “esposa de” en el documento de su marido. No fue sino hasta la década de 1930 que esta práctica desapareció por completo, marcando una pequeña pero significativa victoria en la lucha por la autonomía femenina.
Las tensiones políticas de mediados del siglo XX también dejaron su huella. Durante la era del macartismo, altos funcionarios tuvieron la autoridad para negar o revocar pasaportes a ciudadanos considerados una “amenaza” por sus opiniones, restringiendo incluso la libertad de movimiento por motivos ideológicos. Solo tras un fallo de la Corte Suprema en 1958 se consolidó el derecho fundamental a viajar para todos los estadounidenses.
El color del pasaporte, hoy tan familiar, también ha variado con el tiempo. Desde los primeros ejemplares rojo oscuro de los años veinte, pasando por un breve regreso al verde en tiempos de guerra para dificultar falsificaciones, hasta el azul actual adoptado en la celebración del bicentenario de la nación en 1976, cada diseño ha tenido un propósito y significado propio.
Hoy, además del pasaporte tradicional, existen variaciones en negro, granate o gris para diplomáticos, militares u otros servicios oficiales, una muestra más de cómo este documento ha pasado de ser un simple permiso de tránsito a una pieza multifacética del aparato estatal.
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Más allá de su función práctica, el pasaporte estadounidense es un espejo de la historia del país, un papel que comenzó como carta manuscrita y que ahora encierra tecnología, identidad y derechos civiles en cada página.
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