San José, el alma 'tica'
La capital de Costa Rica es hogar de uno de los equipos más importantes de la Concacaf, el Saprissa, y de uno de los estadios más notables del continente.
Rodeada por la jungla costarricense y delineada por los ríos Torres y el Virilla y María Aguilar, San José, pasada por las inclementes tormentas que la caracterizan, es el corazón de 'la Suiza de Centroamérica'. Ciudad pujante, vanguardista, próspera, sede de delegaciones de la Unesco y de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos. Un oasis en medio de la vorágine, lejana a las crisis de seguridad que la rodean por afuera de las fronteras del país. Sin guerras civiles y democracias. En 2016, la consultora internacional Mercer ubicó a San José como una de las cinco ciudades con mejor nivel de vida en América Latina, por encima de la Ciudad de México, Monterrey y Sao Paulo. Además, la Organización Mundial de la Salud la consideró, en un informe publicado 2014, como la cuarta metrópolis latinoamericana con el aire más limpio, solo detrás de Salvador (Brasil), Cali (Colombia) y Guadalajara (México).
La ciudad del Castillo del Moro, la Catedral Metropolitana, el renacentista Edificio de Correos y Telégrafos de Costa Rica, las calles sin nombre y con número que desembocan en la Plaza de la Democracia y la Plaza de la Cultura, la ciudad de las delicias que son 'gallo pinto' y el 'casado'; el hogar del Monstruo Morado. El Saprissa, el gigante centroamericano y uno de los clubes más grandes de Concacaf. Su palmarés ilustra la majestad: 34 ligas, ocho copas, tres Concacaf Liga de Campeones, 5 Copas Interclubes de la Uncaf, un tercer lugar en Mundial de Clubes. Fundado en el humilde barrio de Los Ángeles, en una zapatería, bautizado en honor al inmortal Ricardo Saprissa, nacido en El Salvador, de origen catalán y nacionalizado costarricense, exjugador del Espanyol y representante de 'La Roja' en los Juegos Olímpicos de París en 1924. El homenaje complació a Ricardo, quien se convirtió en un mecenas (y presidente) del equipo. El resto es historia escrita con tinta morada. El club de Evaristo Coronado, Víctor Cordero, Walter Centeno y Édgar Marín.
Las primeras glorias del Saprissa en el Antiguo Estadio Nacional de Costa Rica, un recinto abierto, gradas apartadas del césped por una pista de tartán, cuya demolición en 2008 abrió paso a un nuevo estadio, producto de una donación hecha por el gobierno y la iniciativa privada china después de un convenio logrado por el entonces presidente Óscar Arias Sánchez con el país asiático. Desde 1949 hasta 1972, el antiguo Nacional fue el hogar del 'Monstruo'. Después, llegó la época del Ricardo Saprissa, 'La Cueva', un campo pegado a la cancha, en la que se siente el respiro del aficionado sobre los cuellos de los futbolistas, cerrado, íntimo y fervoroso. Hasta 23,000 aficionados llegaron a caber en la que fue, también, la casa de la Selección de Costa Rica en la década de los 90 y la primera del Siglo XXI. El primer momento de grandiosidad del Ricardo Saprissa fue la clasificación al Mundial de Corea-Japón 2002, fraguada en 'La Cueva del Monstruo', donde se declaró invicta en sus cinco partidos como local. México y Estados Unidos sufrieron en demasía el fragor y la hostilidad de las tribunas verticales del Ricardo Saprissa.
Desde 2011, el Nuevo Estadio Nacional, una espectacular joya arquitectónica de amplios arcos en sus tribunas laterales, una pista de tartán ad hoc a estándares internacionales e instalaciones de primer mundo, es el hogar de la selección 'tica'. Shakira amenizó la inauguración, apadrinada por los presidente de Costa Rica y China. Con un costo de 83 millones de dólares, el estadio, la envidia de América Central, ya acogió un campeonato mundial femenil Sub 17 de la FIFA (incluida una semfinal y la final que ganó Japón a España 2-0), y dos clasificaciones a Copas del Mundo. Un episodio especialmente memorable ocurrió el 16 de octubre de 2013, cuando México debió encomendarse a Graham Zusi y Estados Unidos para asistir al Mundial de Brasil después de caer claramente superado por el equipo local, que lo arrasó a placer en el segundo tiempo. El gol in-extremis de 'Las Barras y las Estrellas' en Panamá otorgó a México la posibilidad de finalizar el hexagonal final de Concacaf rumbo al Mundial en cuarto lugar solo por superar a los 'Canaleros' en la clasificación bajo del criterio de diferencia de goles. Mientras los jugadores del Tri rezaban y sufrían, la afición costarricense celebraba su pase a una Copa del Mundo más. La noche épica del Nuevo Estadio Nacional.