Lakers: Isaiah se venga y Randle se exhibe (36+14+7) ante LeBron
Partidazo de los Lakers. LeBron, aclamado por el Staples, se fue enfadado: 4-6 desde el All Star, los Cavaliers son ahora cuartos del Este. Final NBA: Cavs vs Warriors, juego 1
Mucho contar después de un partido lleno de historias en el Staples Center. La principal (o no), que los Lakers (sin Ingram ni Hart) barrieron (127-113) a unos Cavaliers sin Kevin Love, Tristan Thompson, Rodney Hood y Cedi Osman… pero con LeBron James, claro. En tres días, los Cavs han perdido sus dos partidos del año en L.A., no llevan tres derrotas seguidas por las heroicidades de LeBron en Denver y están con un terrible -4 en su diferencial total de puntos de la temporada, con 4-6 desde el All Star Weekend y en un pobrísimo (para ellos) 38-28 total. Camino de la peor temporada colectiva de LeBron en una década y, de pronto, en cuarta posición del Este por detrás de los Pacers, una revelación estruendosa. A medio partido del tercero… pero con medio sobre el quinto (Wizards) y uno y medio del sexto (Sixers). Y, aunque sigamos pensando que no importa demasiado, a once victorias ya de los Raptors…
Pero este partido, mucho más que el de los Clippers, tenía la significación del cortejo: la ovación del Staples a LeBron en las presentaciones, las sonrisas entre su agente, Rich Paul, y Magic Johnson. El escrutinio de cada detalle, la bendición de LeBron a los jóvenes Lakers (a los que comparó, por obra y gracia de Luke Walton, con los Warriors del Strenght In Numbers)… No sabemos dónde acabará LeBron porque ni él lo sabe. O eso parece. Pero sí que el pensamiento era inevitable: ¿con qué camiseta jugará LeBron el próximo Lakers-Cavs… si es que lo juega? Y también la moraleja final: por mucho que algunos abracen el tanking, la verdadera forma de llamar la atención de las estrellas (y que al menos te cojan el teléfono en verano, cosa que ni hizo Kevin Durant) es jugar así de bien y enseñar un potencial de futuro tan obvio: cuestión de respetabilidad. Los Lakers están en 30 victorias por primera vez en un lustro, tienen balance positivo en casa, y son uno de los dos o tres mejores del lote de equipos que no estarán en playoffs. Este año sí han hecho los deberes. Y a base de bien.
Otra historia, claro, fue la de los reencuentros: Larry Nance (16+8) y Jordan Clarkson (4 puntos, 1/8 en tiros) con los Lakers… e Isaiah Thomas con los Cavaliers. Con un toque de revenge game que luego negó, el base jugó seguramente su mejor partido con los Lakers: 20 puntos, 5 rebotes y 9 asistencias. Después de un mal inicio, 8 puntos seguidos y definitivos en el inicio del último, antes de robar un balón a LeBron y asistir a Randle, para que el mate de este pusiera un 115-94 que mandó al Rey al banquillo para no volver con medio cuarto por jugar. Game over. Los Lakers, en realidad, habías sentenciado con un tremendo segundo tramo del tercer cuarto: de 72-76 a 98-82 en seis minutos. Incluso sin Ingram y con un Lonzo sin puntería por tercer partido seguido (5 puntos, 7 asistencias), los Lakers enseñaron la vitalidad de su presente…
Con Julius Randle al frente. Otra de las historias de la noche: en su mejor partido de su mejor temporada (36 puntos, 14/18 en tiros, 14 rebotes, 7 asistencias y 2 tapones), el ala-pívot devoró el alma de los Cavs en la segunda parte (23 puntos, 10/11) y demostró que este año (tiene 23) ha roto el molde y es otro jugador, uno muy distinto al que los Lakers iban a sacrificar con toda tranquilidad en aras del salary cap. Ahora espera el mercado y una provisión de 12,4 millones de cap hold para que sea agente libre restringido. Un problema para un equipo que empieza a ver las cosas de otra manera pero que sigue queriendo liberar 70 millones para tentar a dos grandes estrellas. Un nuevo escenario que Randle se ha ganado a pulso: es (en defensa y ataque) otro jugador distinto al de las dos últimas temporadas. Y es, resulta curioso, el único laker superviviente del último partido de Kobe Bryant, hace menos de dos años.
Muchas historias, en definitiva. LeBron (24+10+7, de más a menos) se fue enfadado, con gestos de frustración que apenas había enseñado desde el volcánico cierre de mercado y el All Star. Mientras todo el mundo (también en los Cavs) piensa en qué hará en julio, él tiene la vista puesta en abril. Otros playoffs: el reto de la octava final seguida. Que tiene pinta de que será más difícil que en las temporadas anteriores. A ver.