Aritz Aduriz, zar de Rusia
Doblete del delantero donostiarra y un 1-3 ante el Spartak de Moscú que deja prácticamente encarrilada la eliminatoria camino de octavos de final. Ejercicio de pragmatismo visitante.
Tras mucho tiempo, hubo confeti en un partido del Athletic. Europa, siempre Europa, el anhelo de todo Bilbao. Ante un Spartak que parecía un tebeo en defensa, el cuadro rojiblanco dejó casi sentenciada la eliminatoria de dieciseisavos. Combatió y combatió los diez grados bajo cero a base de goles, con un doblete de Aduriz, zar de Rusia. Su acierto heló aún más a la grada. Esta vez lideró a un grupo que sí tuvo muy claro el plan y lo ejecutó como un relojero. Hubo personalidad y compromiso. a ver si por fin llega el punto de inflexión.
El Spartak de salida no fue fiel al 4-4-2 o el 4-2-3-1 que más suele emplear su técnico Carrera. Este dejó a Fernando como pivote por delante de la defensa y luego situó una línea de cuatro que anticipaba a Luis Adriano. Iba intercambiando posiciones para distraer y también lo hacía en la línea de zagueros, aunque en este casi era más bien por desconfianza. El Athletic por fin se notó pleno en medio tiempo. Fue práctico y aprovechó los errores de un Spartak tierno atrás, como si el parón invernal, tras 13 encuentros en su Liga sin perder, le hubiera desenchufado del fútbol de forma irremisible. Es lo que tiene andar en la cuneta competitiva dos meses y medirte a un equipo que este tiempo ha tenido un ritmo feroz con Copa, LaLiga y ahora Europa. Ziganda optó por conservar casi todos los pétalos de su once ya habitual, con Herrerín y Etxeita de vuelta en el formato europeo. Guardó bien su armamento atrás y esperó acontecimientos, lanzando balones largos hacia la espalda de un equipo penoso en su zona de atrás. Los laterales Eshchenko y Kombarov son flan, cada balón a su espalda era medio gol. El Athletic generaba peligro con enorme facilidad, con meter el balón en el balcón del área ya generaba peligro. El rival le hacía recordar aquel que coleccionó siete goles en Anfield. Promes, su estrella no aparecía y quitando diez minutos de arranque, su huella en la ida de dieciseisavos fue invisible.
Kutepov, todo un central de Rusia en la Confederaciones, pasó una noche sangrienta. El Athletic inició el paseo en el minuto 21, con el noveno gol de Aduriz esta temporada (tres de penalti) en la semana en la que ha cumplido 37 años. Fue un pase profundo de Raúl García y un gran regate a Kutepov y al portero Rebrov. Se apuntaba el quinto partido consecutivo europeo marcando y lo que es más importante, igualaba al 'Torpedo' Müller (29) para ser el cuarto máximo goleador en la historia de la UEFA por detrás de Larsson (40), Huntelaar (34) y Falcao (31). Pero es que poco después superó a la leyenda alemana con una broma de la defensa rusa: la falta sacada por Susaeta permitió un rechace y ante unos de rojo contemplativos, el ariete donostiarra la coló en la red. Aritz es un chacal, un animal competitivo en el área.
Los goles generaron mil dudas a los gladiadores que toman el nombre de Espartaco. La pasividad de la defensa era aberrante. Con tantos parabienes, el Athletic vivió al fin un respiro en su tortura liguera de este invierno. El tercer gol aún le reconfortó más. Susaeta metió en profundidad a Williams, que apuró hasta la línea de fondo, centró y no pudo llegar Etxeita, pero sí Rico, aunque el balón golpeó en el inefable Kutepov y la UEFA se lo dio a este en propia meta. Arrebataron a Rico, en manga corta pese a los -10 grados. Pobre hombre, le arrebataron, a sus 33 años era el primer tanto europeo.
La pegada era bilbaína. Tres llegadas tres goles. Mientras, el Spartak, se encontraba dos paradas de Herrerín y un poste. Glushakov era el más punzante en el bloque de Carrera. Es lo que en este fútbol del siglo XXI se denomina un box to box, un hombre que puede aparecer por cualquier sitio del campo, un tipo dinámico que no se esconde. En el minuto 33 jugar más al espacio o en profundidad aguantar más el juego. En el minuto 34 el Spartak llevaba 162 pases efectivos y el Athletic, 63. Con 1-3, Ziganda metió músculo con San José, porque el fútbol andaba desnudo, sin elaboración, con balones divididos y disputas en las que el navarro es perro viejo. Sabin Merino tuvo una ocasión para sellar casi el pase definitivo a octavos.
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