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Una estadounidense que vive en Madrid revela lo mejor que le ha pasado de la vida en España: “No quiero ser dramática”

La influencer ‘Mander in Madrid’ ha compartido con su comunidad norteamericana el placer que supone despertarse de la siesta.

Una estadounidense que vive en Madrid revela lo mejor que le ha pasado de la vida en España: “No quiero ser dramática”
Sergio Murillo
Nació en Santa Marta de Tormes en 2001 y creció entre Guadalajara y Badajoz. Amante de la literatura, estudió Periodismo en la URJC. Se estrenó como jefe de Cultura en El Generacional. Ha sido corresponsal para El Estilo Libre y conductor de informativos en Cadena COPE. Entró en Diario AS en 2023 como redactor en Actualidad.
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A ‘Mander in Madrid’ le sorprende el sol de la capital a las cuatro de la tarde, cuando todavía tiene puesto el antifaz y las ojeras se hacen vespertinas. Tiene que hacer cosas, pero nadie, por encima de nada, le va a quitar los segundos en los que se reconcilia con el universo: sale a la terraza, otea su calle y sonríe arrugando la nariz. No hay duda. Mander está feliz.

Ocurre que la joven Mandi es norteamericana y que, en su estancia en Madrid, ha conocido algo más que la gastronomía y la arquitectura. A juzgar por su mirada, Mandi hubiera arriesgado todo su imperio, de tenerlo, por unos minutos más en la cama. Tampoco lo esconde. “¿Por qué llegamos a descansar en España? ¡Vamos!“, escribe a todos sus compatriotas en el pie de su última publicación de TikTok. Sucede que a Mandi le ha gustado mucho el concepto de siesta.

“Es lo mejor que me ha pasado”

“No quiero ser dramática, pero la siesta en España es lo mejor que me ha pasado”, dice, elevando a celestial el reposo diurno. No hay nada como dejarse vencer por el sueño que a uno le asalta después de comer; nada como transformar en energía la rendición ante el deseo de la pereza: “Decir ‘buenos días’ a las cuatro de la tarde y ponerte a hacer cosas”.

Busca con la mirada, más allá de los tejados de ladrillo madrileños, la reacción de su comunidad norteamericana; como quien regresa a casa por Navidad y cuenta su año, espera las palabras de sus paisanos. Todos la envidian, pero ninguno la entiende. “¿De verdad se ralentiza todo tanto como para que puedas ir a casa y echarte una siesta? ¿En medio de tu día de trabajo?“, se pregunta uno, a lo que otro añade que, de ser así —y así es—, “debería ocurrir en todos los sitios”.

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Se trata de un hábito que define una cultura, un modo de observar el universo; es la forma en la que un español se asoma a su vida, como Mander, todavía con el antifaz, lo hace en la terraza de su pequeño piso en Madrid.

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