Salud

La gente la tomaba pensando que era saludable y resultó ser la bebida más peligrosa de la historia: poseía el elemento de Marie Curie

La historia del Radithor y del fallecimiento de Eben Bayers marcan un episodio negro propio de la charlatanería radioactiva.

La gente la tomaba pensando que era saludable y resultó ser la bebida más peligrosa de la historia: poseía el elemento de Marie Curie
Sergio Murillo
Nació en Santa Marta de Tormes en 2001 y creció entre Guadalajara y Badajoz. Amante de la literatura, estudió Periodismo en la URJC. Se estrenó como jefe de Cultura en El Generacional. Ha sido corresponsal para El Estilo Libre y conductor de informativos en Cadena COPE. Entró en Diario AS en 2023 como redactor en Actualidad.
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La historia de la medicina tiene en sus páginas más oscuras las anécdotas propias de aquel fenómeno que en el siglo XX vino a denominarse charlatanería radioactiva y que, en pocas palabras, promovía la radioactividad como terapia para enfermedades. El Radithor y la muerte de Eben Bayers son, quizá, la mejor representación de una creencia que llegó, no sin respaldo científico, a estar consolidada en la sociedad.

Su historia ha sido recopilada por el creador de contenido científico Aythami, quien acumula cerca de 630.000 seguidores, y narrada en un reciente y escueto vídeo que enfrasca un relato de terror médico y tenebrosas consecuencias. “Esta fue la bebida más peligrosa de la historia y lo peor es que la gente la tomaba pensando que era saludable”, inicia la publicación, presentando en pocas palabras a tan perjudicial brebaje: “Se vendía dentro de una botella inofensiva en la que había agua destilada y el ingrediente estrella: un microgramo de radio. Sí, el elemento que hizo famosa a Marie Curie”.

“Una cura para los muertos vivientes”

Tal y como se ha comentado, “a principios del siglo XX se creía que la radioactividad era un milagro para la salud; y el radio era el elemento más radioactivo que se conocía”; de hecho, tal era su radioactividad que “brillaba por sí solo en la oscuridad”. Estas características otorgaron al elixir una fama inusitada, casi inédita. “Esta bebida con radio prometía curarlo todo. Desde el cansancio hasta la impotencia. Según su eslogan, era una cura para los muertos vivientes; y se vendía como una luz solar permanente y embotellada”. Como ocurre con la inmensa mayoría de milagros de fachada: no todo era digno de celebración. Y lo que le ocurría al Radithor es que “beberlo te mataba lentamente”.

El influencer, que actualmente se encuentra doctorando en química, se retrotrae al caso de Bayers: el industrial millonario llegó a ingerir 1400 frascos. “Al principio se sentía increíble. Hasta que su mandíbula se deshizo por completo. Sus huesos acabaron siendo tan radioactivos que tuvieron que enterrarlo en un ataúd forrado de plomo”, explica con pausa e intencionada frialdad.

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Casos como el de aquel socialité de Pensilvania terminaron enterrando la fama del Radithor y, a la postre, la de otros productos similares. Aythami sentencia con voz grave y palabras sinceras: “Si este frasco todavía fuera real, seguiría siendo peligroso más de 80 años después. Un recordatorio de que no todo lo que brilla es bueno”.

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