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¿Hablas con tus plantas? La ciencia revela que no es tan grave como parece

Aunque carecen de oídos o sistemas auditivos, son capaces de crear respuestas de defensa a las vibraciones.

La fiesta de los patios de celebra a principios de mayo. Los patios comunes se ornamentan con plantas de numerosas variedades. La fiesta tiene dos acontecimientos principales: el Concurso de Patios y la Fiesta de los Patios de Córdoba.
Juan Naharro Gimenez
Actualizado a

Durante mucho tiempo, las plantas fueron vistas como organismos pasivos, sin mayor interacción con su entorno más allá de la luz solar y el agua. Sin embargo, la ciencia está desafiando esa visión tradicional con una revelación que parece salida de una novela de ciencia ficción: las plantas pueden ‘escuchar’.

Aunque no tienen oídos, las plantas perciben vibraciones del entorno, como el zumbido de un insecto o el sonido del viento, y responden de manera activa. Estudios realizados por biólogos de la Universidad de Tel Aviv y otros centros de investigación en todo el mundo han demostrado que ciertas flores, por ejemplo, aumentan la producción de néctar cuando detectan el sonido de las abejas volando cerca.

Una explicación científica

¿Cómo es posible esto? Las plantas tienen estructuras sensibles a las vibraciones mecánicas, similares a cómo los humanos percibimos el sonido. Estas estructuras, ubicadas en las células y tejidos, detectan los cambios en la presión del aire o del suelo. Al captar una vibración específica, algunas plantas activan genes relacionados con su defensa, crecimiento o reproducción.

Pero no solo se trata de sonidos externos. Algunas investigaciones apuntan a que las plantas también “se comunican” entre ellas mediante vibraciones subterráneas. Las raíces, al crecer, pueden emitir señales vibracionales que influyen en el crecimiento de otras plantas cercanas, lo que podría tener implicancias importantes en la agricultura sostenible y la planificación de cultivos.

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“Lo que es sorprendente y genial es que estas plantas sólo crean respuestas de defensa a las vibraciones de alimentación y no al viento u otras vibraciones en la misma frecuencia que la oruga masticadora”, reconoce Heidi Apple, experta en química ecológica.

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