El importante aviso de una experta a quienes se comen la corteza del queso del súper

Si bien es cierto que del cerdo, hasta los andares, y que hasta el rabo todo es toro —siendo la segunda un guiño a la precaución y no a lo gastronómico—, no puede extrapolarse a muchos más alimentos esa digna filosofía. Hay productos que, aunque el imaginario colectivo confunda al consumidor con otras variantes que sí pueden ser ingeridas en su totalidad, no deben ser comidos enteramente porque, de hacerlo, podría caer uno en un problema estomacal. Es el caso del queso y su corteza.

No significa que la corteza de este lácteo no pueda ser comida; lo que ocurre es que podrá ser ingerida siempre y cuando se nos indique que, de hacerlo, no sufriríamos ningún perjuicio. Así lo ha detallado a través de TikTok El Abeto, un restaurante de Elche que tiene como una de sus especialidades el queso. “¿Te comes la corteza del queso de supermercado?”, inicia su último vídeo, que se ha tornado viral, en parte, por la cantidad que se compra de este producto en fechas navideñas.

“La letra pequeña...”

Según se afirma en la publicación, el problema parte de un fallo del cliente a la hora de comprarlo en el supermercado. “Te voy a explicar una de esas cositas que no tenemos en cuenta, que no acabamos leyendo esa letra pequeña, que es lo que pone en la etiqueta”, dice, descubriendo a los usuarios de la citada red social el contenido de este casi desconocido texto: “En todos los quesos de supermercado, o la gran mayoría, es corteza plástica donde especifica que no es comestible”.

Una vez ha enviado el aviso a navegantes, la trabajadora del restaurante que acompaña la explicación aprovecha para meter una cuña publicitaria. “Si vienes a restaurante El Abeto, yo te enseñaré los quesos que yo selecciono de corteza totalmente comestible porque lo que aportan es otro sabor diferente al queso”, instaba, reduciendo a un efectivo slogan su propuesta culinaria: “Dos sabores en un solo queso”.

La caja de comentarios se ha llenado de personas que, bien por no haber leído la etiqueta, bien por haber ignorado la advertencia, han confesado su pecado. “Entonces llevo comiendo plástico 34 años”, se sinceraba un usuario; otro se regocijaba en su perdición: “A mí es que me gusta más la corteza que el queso”.

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