Psicología

Xavier Guix, psicólogo: “Ser muy bueno no hace que te quieran más, sino que te usen más, y muchos de dan cuenta tarde”

El experto en psicología, quien ha publicado el libro ‘El problema de ser demasiado bueno’ (Arpa), desmonta los beneficios de portarse bien con otros.

Xavier Guix, psicólogo: “Ser muy bueno no hace que te quieran más, sino que te usen más, y muchos de dan cuenta tarde”
Marta Rodríguez Peleteiro
Su trayectoria en Prisa comenzó en AS, en 2006, en la sección de Cierre. Posteriormente asumió la coordinación de la revista AS Color y la redacción de los blogs Match Point y Erratas de Campo. En 2017 pasó a formar parte de PrisaNoticias, en el control de producción de El País y AS, y volvió a AS a finales de 2022, como redactora de Tikitakas.
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Ser amable, empático y generoso son cualidades altamente valoradas en prácticamente todas las culturas. Sin embargo, cuando estas características se llevan al extremo, pueden convertirse en una trampa emocional. Muchas personas que se definen como “demasiado buenas” experimentan una contradicción interna: desean ayudar, complacer y evitar conflictos, pero acaban sintiéndose agotadas, frustradas y, en ocasiones, utilizadas por quienes las rodean.

Desde la psicología, este fenómeno puede entenderse como un patrón de comportamiento aprendido que responde a necesidades emocionales profundas, como la búsqueda de aprobación, el miedo al rechazo o la necesidad de sentirse valioso a través del servicio a los demás.

Uno de los elementos clave que explica por qué estas personas son más vulnerables a que otros se aprovechen es la dificultad para establecer límites sanos. Así lo explica el psicólogo Xavier Guix, quien ha escrito el libro El problema de ser demasiado bueno (Arpa Editores). “Cuando la gente dice “me toman el pelo, es que soy demasiado bueno”, significa que no ha conseguido ser uno mismo. Cuando se llega a ese punto, no es una situación terminal, sino una oportunidad para aprender, sin importar la edad. Lo importante es darse cuenta de que por ser tan bueno no se ha vivido la vida que se quería”, cuenta en una entrevista con Telva.

“Ser bueno con uno mismo es, por encima de todo, validarse, respetarse y saberse definir a sí misma. Una persona que confía en lo que sabe, en lo que cree, en cómo se siente y, sobre todo, en aquello que la define (lo que quiere, lo que desea y lo que no desea), está poniendo límites a los demás sin quererlo. Cuando somos mayores, los límites los pone el otro con lo que quiere y no quiere. Si yo no sé respetarme a mí mismo, es posible que no sepa expresar mis propios límites”, añade.

Sentido del deber

Para Guix, parte de esta dificultad viene de su profundo sentido del deber: “El problema de la gente demasiado buena es que tiene un sentido del deber tan fuerte que todo lo viven desde el deber. Han construido su vida y propósito en la ejecución del deber, pero ese deber no nace de dentro, sino de una obligación externa”.

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“Estas personas no han logrado conectar consigo mismas para definir lo que quieren, limitándose a cumplir el deber. En mi libro, digo: ‘Por ser muy bueno, no hace que te quieran más, sino que te utilicen más’. Cuando uno se da cuenta, en la vejez o antes, de que ha pasado la vida haciendo lo que los demás querían, le viene una cierta amargura vital”, añade.

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