Fede Fernández, psicólogo y superdotado: “La falta de atención a las altas capacidades puede desembocar en fobia escolar”
Muchos niños pueden acabar experimentando desmotivación en el colegio, bajo rendimiento e incluso fracaso en los estudios.


Las altas capacidades intelectuales en niños y niñas no siempre se manifiestan como éxito académico. Aunque suele asociarse erróneamente a un rendimiento brillante y a buenas calificaciones, la realidad es que muchos menores con altas capacidades pasan desapercibidos en el aula y, si sus necesidades no son reconocidas ni atendidas, pueden acabar experimentando desmotivación, bajo rendimiento e incluso fracaso escolar.
Así lo apunta el psicólogo y superdotado Fede Fernández: “La falta de atención a las altas capacidades puede provocar desidia y apatía por el aprendizaje. Algunos niños, incluso, llegan a la fobia escolar; no quieren ir a los centros escolares. De hecho, existe un porcentaje elevado, algunos estudios lo cifran hasta el 70 %, de fracaso escolar entre la población con alta capacidad”, cuenta en una entrevista con La Voz de Galicia.
Los niños con altas capacidades suelen presentar una forma de aprender diferente. Aprenden con rapidez, establecen conexiones complejas entre ideas y muestran una gran curiosidad intelectual. Sin embargo, cuando el ritmo del aula no se adapta a sus necesidades, es frecuente que se aburran, pierdan el interés y desconecten del proceso educativo. Este desajuste puede interpretarse de manera errónea como falta de esfuerzo, desinterés o problemas de conducta, cuando en realidad responde a una falta de estimulación adecuada.
“Si a un adolescente, que tiene una forma de procesar la información muy rica y muy profunda, se le obliga a hacer tareas repetitivas, esto no les va bien. Y cuando no cumplen con ello, incluso se les castiga dándoles más tareas. Eso es un castigo, y hace que se acabe alejando de todo eso. Y ojo, con las consecuencias que esto tiene de adulto. Conozco a gente con cocientes intelectuales elevadísimos, a gente superdotada, que tiene una infraformación y está ejerciendo profesiones en un ambiente que no es cognitivamente demandante y le cuesta muchísimo adaptarse y ser feliz”, agrega.
Felicidad
Fernández desmonta también otro de los mitos acerca de las personas con altas capacidades: “Está muy extendida la conexión entre gente muy inteligente y problemas de salud mental, pero es falsa. Es al contrario. Tener una inteligencia muy elevada es un factor protector de la salud mental. Son personas mucho más resilientes que el resto de la población. No obstante, cuando no se atienden esas altas capacidades se convierten en un factor de riesgo. Desde el sufrimiento de bullying en los colegios o mobbing en los trabajos hasta una ansiedad cotidiana en la interacción con otros pares cronológicos”.
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Y explica cómo se suelen detectar estas altas capacidades: “Cuando se perciben dificultades en la persona. Cuando, por ejemplo, en el ámbito escolar una niña o un niño da una serie de dificultades. Es decir, que normalmente tenía un rendimiento muy bueno y, de repente, baja. O porque a veces, adoptan unas conductas que hacen que el tutor o tutora vea que se sale de la normalidad. En esos casos es justo cuando se suele hacer alguna evaluación cognitiva para ver qué le pasa a ese menor y es ahí cuando a veces se detecta”.
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