Alfredo Corell, experto en microbiota, sobre el rasgo común de las personas longevas: “Puede ralentizar este proceso”
“La clave es alimentar a las bacterias buenas, no solo a nosotros”, explicó el catedrático de Inmunología de la Universidad de Sevilla en la presentación de Sant.


“La microbiota es el órgano invisible que decide nuestra salud”. Con estas palabras tan tajantes, Alfredo Corell, catedrático de Inmunología de la Universidad de Sevilla, explicó para AS la importancia de este conjunto de microorganismos que viven en nuestro cuerpo, sobre todo en el intestino, en un encuentro que tuvo lugar durante la presentación de Sant, el primer refresco con prebióticos lanzada en España de la mano de compañía familiar Santiveri, empresa dedicada a los productos destinados al bienestar integral.
De acuerdo con este experto, la microbiota pesa entre kilo y medio y dos kilos, y participa en funciones esenciales: ayuda a digerir los alimentos, produce vitaminas y compuestos bioactivos, protege frente a patógenos y, sobre todo, entrena y regula nuestro sistema inmunitario. “Hoy sabemos que la microbiota actúa como un órgano más, íntimamente conectado con el cerebro, el metabolismo y las defensas”.
Y podría ser clave en términos de longevidad: “Las personas centenarias comparten un rasgo común: una microbiota diversa y estable. Con la edad, esa diversidad suele disminuir, lo que se asocia a inflamación crónica de bajo grado —la llamada inflammaging— y a un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, metabólicas y autoinmunes. Cuidar la microbiota desde edades tempranas puede ralentizar ese proceso, mejorar la función inmunitaria y favorecer un envejecimiento más saludable y activo”.
La alimentación, clave
De acuerdo con Corell, la clave para un favorecer la microbiota está en “alimentar a las bacterias buenas, no solo a nosotros”. Para ello, recomienda consumir “alimentos ricos en fibra prebiótica (frutas, verduras, legumbres, avena, plátano, ajo, cebolla o espárrago). Los fermentados naturales como yogur, kéfir, kombucha, miso o chucrut aportan microorganismos beneficiosos. También ayudan los polifenoles de frutas rojas, cacao puro o aceite de oliva virgen extra. En resumen: una dieta rica en vegetales frescos, natural y variada es el mejor fertilizante para la microbiota”. ¿Y qu
“Los ultraprocesados, las grasas trans, los azúcares refinados y el exceso de carnes procesadas o alcohol alteran la composición microbiana y favorecen bacterias inflamatorias. También el abuso de antibióticos o antiácidos puede provocar disbiosis intestinal. No se trata de prohibir, sino de reducir la frecuencia y priorizar los alimentos que nutren a nuestros microbios aliados”, añade.
Señales del cuerpo
Cuando la microbiota está desequilibrada, el cuerpo avisa con digestiones pesadas, gases, hinchazón, estreñimiento o diarrea alternante, alergias o intolerancias nuevas, fatiga persistente, alteraciones de la piel o del ánimo. “Estos síntomas pueden indicar una disbiosis intestinal, que conviene abordar con cambios de alimentación y estilo de vida, y, si es necesario, apoyo médico o nutricional”, apunta Corell.
El experto en microbiota recomienda, además, practicar ejercicio: “El movimiento es uno de los mejores moduladores del ecosistema intestinal. El ejercicio regular, moderado y sostenido aumenta la diversidad microbiana y la producción de butirato, un ácido graso clave para reducir la inflamación y mantener la barrera intestinal. Por el contrario, el sedentarismo y el exceso de ejercicio extenuante pueden desequilibrarla. Moverse a diario es tan importante como comer bien para mantener una microbiota sana”.
Según Corell, los hábitos cotidianos que cuidan la microbiota sin necesidad de hacer grandes cambios en el estilo de vida son comer más plantas y menos procesados, dormir bien y reducir el estrés, hacer ejercicio diario, aunque sea caminar, evitar el tabaco y moderar el alcohol, y mantener contacto con la naturaleza y los animales. “Son hábitos sencillos, pero su constancia cambia literalmente la composición de nuestra microbiota en pocas semanas”.
La propuesta de Sant para cuidar la microbiota
Sant ha sido desarrollado para actuar directamente sobre la microbiota intestinal. Al nutrir estas bacterias beneficiosas, la bebida ayuda a fortalecer las defensas naturales, mejorar el tránsito intestinal y contribuye a la reducción de la inflamación leve. Esta acción es clave, dado que la salud intestinal influye directamente en el bienestar general e incluso en la producción natural de serotonina.
La propuesta de Sant destaca por su composición nutricionalmente superior, con ingredientes 100% naturales, sin azúcares añadidos ni edulcorantes artificiales con tan solo 5 kcal por cada 100 ml. Se puede encontrar en tres sabores diferentes que fusionan ingredientes naturales: limón, frutos rojos y naranja con mango.

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Este producto aborda una deficiencia nutricional significativa en España, donde la ingesta media diaria de fibra en la población es de 12,7 gramos diario, la mitad de las recomendaciones establecidas por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), según se recoge en el último estudio científico ANIBES.
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