Ainhoa Esteve Arríen, geriatra: “Las mujeres viven más, pero con peor salud”
Las mujeres suelen tener una mayor longevidad o esperanza de vida, resultado de una combinación compleja de factores.
La diferencia de esperanza de vida entre hombres y mujeres es un fenómeno observado en la mayoría de los países y culturas. Aunque la magnitud del desfase cambia según la región y el momento histórico, la tendencia se mantiene: las mujeres suelen alcanzar edades más avanzadas. Esta brecha no responde a una única causa, sino a una combinación de factores biológicos, conductuales y sociales que, juntos, influyen en la salud a largo plazo.
Así lo explica la geriatra Ainhoa Esteve Arrién, para dar una respuesta a que, de acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística, de 2003 a 2023, los hombres han pasado de vivir 76,4 a 81,1 años de media, y las mujeres, de 83 a 86,3: es decir, unos 5,5 años más. “Las mujeres viven más, pero con peor salud”, dice esta experta a ElDiario.es.
“Las mujeres que ahora tienen 80 y 90 viven más tiempo porque no han estado expuestas al tabaco y al alcohol como los varones de su edad, pero han tenido menos acceso a la educación, cosa que está relacionada con un peor estado de salud, menor nivel socioeconómico y trabajos que tenían más carga física, como por ejemplo limpiar, lo que las expone a más artrosis y mayor discapacidad”, agrega.
Otras razones
Además, diversas líneas de investigación sugieren que ciertas características biológicas podrían favorecer una mayor longevidad femenina. Entre ellas se encuentran diferencias hormonales que influyen en el sistema cardiovascular y mecanismos celulares relacionados con la reparación de daños en el ADN. Estos elementos no actúan de forma aislada, pero sí pueden aportar una base que incline ligeramente la balanza a favor de las mujeres.
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Por otro lado, las mujeres suelen acudir con mayor frecuencia a revisiones médicas y buscan atención cuando detectan síntomas. Esta actitud facilita la detección temprana de enfermedades y un mejor seguimiento de tratamientos. Los hombres, por el contrario, suelen consultar más tarde o con menos regularidad, lo que puede aumentar el riesgo de complicaciones.
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