FINAL INTERNACIONAL RED BULL BATALLA
Quién es Chuty, el aspirante español de la Final Internacional de Red Bull Batalla 2024
El de Entrevías regresa al WiZink Center, ante la desafiante mirada de asesinos de gigantes, para revalidar el cinturón que persiguió durante una década.
Cuando la persiana metálica de Red Bull Batalla chocó contra el suelo, allá por 2009, las competiciones de freestyle quedaron huérfanas. Durante cuatro años, toda una camada de raperos buscavidas se enfrentaron como nómadas, de evento en evento, sin que esto revistiera un gran reconocimiento; tampoco existían sueldos ni cachés que fueran más allá del premio por imponerse en una fecha humildemente organizada.
Esos fueron los años de transición en los que surgió una nueva escuela de competidores que ahora se antoja veterana. Un grupo de freestylers encabezado por un muchacho de Entrevías que había crecido improvisando en los parques vallecanos. Cuando Red Bull regresó en 2013, ese chico en ebullición dinamitó todo el panorama. Así nació Chuty.
Del adiós en México a las lágrimas en Colombia
Podría decirse que Sergio Castro Gisbert mantiene una relación de amor y odio con la madre de las batallas. Aquel lejano año arrasó en la Regional de Madrid haciendo estragos a todo aquel que se cruzó en su camino; repitió la misma fórmula en Sevilla, donde levantó su primera Nacional. Se subió en avión por primera vez con destino a Argentina, bajo la estela de favorito y con las ansias de comerse el mundo. Pero un joven Jony Beltrán le arrebató el sueño; luego él se ahogó en las Malvinas de un Dtoke excelso.
Entonces se produjo el primer retiro de Chuty, focalizado en terminar sus estudios universitarios. El mundo de las batallas iba adquiriendo presencia mediática, los ‘gallos’ eran cada vez más habilidosos e ingeniosos. Daba igual. En 2016, la máquina de Entrevías volvió al ruedo en la Regional de Madrid: como si de un espejismo se tratase, nadie pudo revertir el tsunami lírico y agresivo que desplegó con sus rimas y, finalmente, se hizo con el trofeo.
Luego llegarían los palos. Skone le ganó en la Nacional y, aunque logró clasificarse a la Internacional, otra vez Jony Beltrán volvía a dejarle fuera de la ecuación. El año siguiente hizo de la fase doméstica su patio de juegos: se la llevó sin mucha oposición y viajó a México. Y allí perdió en primera ronda con Yenky One en lo que es considerado uno de los resultados más injustos de la historia de la competición. Su decisión fue tajante: no volvería a competir en Red Bull.
Aquel adiós se prolongó hasta el pasado año. Durante el tiempo que permaneció alejado de Red Bull se ocupó de hacer currículum, de ganar todo aquello que hoy le ha granjeado el sobrenombre de ‘Dios’. Quiso hacer un retorno exprés en 2020, pero un test de COVID-19 le vetó la participación. En pleno 2023 decidió anotarse de nuevo, empezando desde la Regional de Madrid, aquella en la que se dio a conocer como promesa, y consiguiendo el cupo a la Internacional tras vencer en la final patria.
Habían pasado diez años desde la primera vez que el chico de Entrevías sorprendió a propios y extraños. Una década prodigiosa —”lo que tienes de sueños yo lo tengo de recuerdos”, le dijo en una ocasión a Nitro en la tierra de Gabo— que encontró su final poético cuando Chuty levantó el cinturón de campeón del Mundo en Colombia. Aczino, el histórico ‘rey’ de la competencia magna (tres veces campeón internacional) reconvertido en su némesis personal tras una serie de desencuentros, fue batido por el madrileño en los cuartos de final. Brotaron lágrimas de su rostro. Lo había conseguido.
Una nueva página se escribe tras la novela de sus éxitos y penitencias, escrita con la tinta del amor y del odio hacia una competición que todo lo da y todo lo quita. Sergio regresa al WiZink Center, el templo que le vio fulgurar en 2017 y al que un día le prometió que “el talento se impone a lo que quiere la mayoría”; frente al vallecano, un elenco de talentos que, como él, han ejercitado al margen del cinturón de campeón una serie de posiciones argumentales, técnicas y carismas que les convierten en asesinos de gigantes ante la mirada de Gilgamesh. El reto que supone la reválida es mayúsculo.