TIKITAKAS MÚSICA | ENTREVISTA REPION

Repion, qué manera de resucitar el ‘grunge’: “Las melodías nos delatan...”

El grupo formado por las dos hermanas Iñesta, Marina y Teresa, recupera los sonidos de los 90 con letras potentes y directos cautivadores. Han formado parte de la gira Vibra Mahou y, ojo, quien las prueba, repite.

Repion durante uno de sus conciertos de la gira con Vibra Mahou.

Es inevitable escuchar Brillante y no pensar en ese Devil Came To Me que fue un himo en los 90. De unas hemanas a otras. De las Llanos de Dover, Cristina y Amparo, a las Iñesta de Repion, Marina (Camargo, Cantabria, 1993) y Teresa (1996). Se llaman Repion y cada vez se habla de ellas más en la música. Y más alto. Con razón.

Marina pone la guitarra y la voz y Teresa la batería. Era inevitable que se dedicaran a la música. Crecieron con ello. Su padre tuvo una banda y cuando se mudaron del piso a la casa construyó un cuarto donde poder hacer ruido al lado del garaje. Lo del sonido pop-grunge llegó más tarde. En el instituto. Cuando esas niñas capaces de arrancarle canciones a una guitarra con nueve años (y extraescolares donde les enseñaron las de Álex Ubago) descubrieron a grupos como Incubus o Soundgarden y en ellos se quedaron a vivir. Para hacer vivir a otros con su música.

2025 será su año. En 2024 con su disco Repion prendieron una mecha que, por sus canciones, debería haberse encendido antes. Pero no tenían el escaparate que les ha dado fichar por la discográfica Mushroom Pillow Music y la agencia Ártica. Los escenarios abiertos a sus pies, como las aguas ante Moisés. Quien las prueba, repite. Lo tienen todo. Un vigoroso directo, letras distintas y profundas y ese sonido que es un Delorean directo a los 90, primeros 2000, que les ha llevado a girar con Vibra Mahou, la plataforma de música de Mahou Cinco Estrellas que impulsa las experiencias cinco estrellas en torno al directo, y la calidad. Nombres como los de Arde Bogotá, Shinova o Ultraligera están atados a ya su marca. Como Repion. En los últimos meses no han podido hacer más honor a su nombre, que sacaron del dialecto castúo. Girar, girar, girar y girar. Marina lo habla en esta entrevista con AS.

Teresa y Marina, las hermanas Iñesta, integrantes de Repion.
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Teresa y Marina, las hermanas Iñesta, integrantes de Repion.

¿Qué supone para Repion haber formado parte de la gira Vibra Mahou?

Nos permite tener más escaparate, que nos vea mucha más gente. Contar con el apoyo de una gira es muy positivo porque, hasta ahora, los gastos de alquileres los teníamos que asumir nosotras. Lo máximo que podíamos hacer era arriesgar e ir a ciudades a las que no habíamos ido nunca. Ahora, con el apoyo y la promoción de Vibra Mahou nos permite tocar en ciudades como León o Salamanca, a las que no habíamos ido nunca, es una gran oportunidad.

Contaban en una entrevista con Mondosonoro que el cambio de contar con una discográfica (Mushroom Pillow Music) es que han dejado de negociar con todas las salas ustedes mismas...

Cuando llegamos a Madrid, en 2015, la idea era expandirnos. Pensábamos que llegaríamos aquí y sería todo muy fácil. Y no, no (ríe). Sólo íbamos con un disco debajo del brazo que acabábamos de grabar.

El de Amapola Dueles.

Sí. Empiezo desde aquí para que entiendas: la intención era que ese disco saliera con un sello, pero fue imposible. Yo llamaba, pero nadie nos conocía. No habíamos tocado más allá de Cantabria. La idea era empezar a trabajar con un gran sello y una oficina de booking, pero no fue así. Tuve que estar yo llamando a las salas. Muchas nos decían que no, que estaba lleno o que no les encajaba. Algunas podían decirnos que sí, pero solo si asumíamos nosotras los gastos y buscábamos una banda con la que compartir…, una odisea. Pero nosotras felices con conseguir seis o siete bolos. Desde que fichamos por Ártica y Mushroom hemos crecido muy exponencialmente. Obviamente te ocupas de más cosas que de componer y tocar, pero no es lo mismo que antes, cuando solo nosotras no teníamos esa capacidad de darnos a conocer.

Todos los artistas coinciden en eso. La dedicación a un montón de cosas hoy en día que van mucho más allá de lo que en realidad debe hacer un músico: sentarse con su instrumento y componer.

Eso lo puedes hacer si llevas muchos años y has tenido la suerte de conseguir un equipo como el nuestro, o si de repente te fichan el primer año que creas una banda, pero normalmente lo que tienes que hacer tú es todo. Desde subir las canciones a una plataforma…

Que usted, de hecho, en una de esas se equivocó y lo hizo dos veces…

Sí, sí (ríe). Subí dos veces Martes, del primer disco.

Deben aprender a ser ‘mujer orquesta’ en todo.

En todo. Ser promotor, manager… Pero ya llega un momento en el que decía: “Dios mío, no puedo más”. Porque también lo estábamos compaginando con varios trabajos, vivir en Madrid…

¿Pueden dedicarse su hermana Teresa y usted a vivir ya solo de la música?

Yo dejé la enfermería por un tiempo. No sé por cuánto, pero llevo ya un año con la excedencia. Pude ahorrar mucho dinero y, con eso, me sentí más tranquila para poder apostar por la música. No quiere decir que ahora con lo que gane pueda vivir súper relajada, pero por lo menos, teniendo eso, puedo estar más tranquila.

¿Y dedicarse solo a ello?

Exacto. Ahora mismo mi única y primera preocupación y ocupación es esa: la música. Lo que es increíble.

Ustedes estaban destinadas a ello. Con ese cuarto de la música que en el sótano de su casa en Cantabria tenía su padre.

Sí.

¿De qué era el grupo que tenía éste?

De rock progresivo, con unos amigos de Santander. Él es extremeño, de Llerena, pero con 24 años o así montó este grupo: era guitarrista solista. Luego la banda se disolvió, pero él siguió tocando en casa, donde siempre ha habido guitarras. Cuando mi hermana y yo nos hicimos más mayores, empezamos a comprar instrumentos. Al mudarnos a esa casa, teníamos un cuarto destinado ya a ensayar.

¿Su padre lo hizo con vistas para ustedes o para él mismo?

Un poco ya veía… Teresa y yo éramos muy pequeñas cuando nos mudamos, pero lo insonorizó y lo convirtió en un local de ensayo. Antes vivíamos en un piso y siempre con limitaciones. Este cuarto, que está al lado del garaje, es perfecto para poder hacer ruido y no molestar a nadie. Creo que mi padre ya tenía una visión…

“Como que la música secuenciada me parece guay, pero no me llega igual en directo. La experiencia tiene mucho que ver con que el instrumento real esté presente y te dé en la cara”

Marina Iñesta, Repion

¿Usted y su hermana en vez de jugar con muñecas lo hacían con instrumentos?

(Ríe) También lo hacíamos bastante con muñecas, eh. Nos empezamos a meter en la música con las extraescolares en el colegio. Quisimos empezar el conservatorio, pero no somos tan académicas en ese sentido. Nos costaba un poquito más la teoría.

Porque crecieron con la práctica, los instrumentos en la mano. No es habitual.

No, no lo es. Pero nosotras siempre hemos tenido una guitarra en el salón, una española, y hacíamos nuestras canciones con nueve añitos.

¿Usted por qué cogió la guitarra y su hermana la batería?

La guitarra me permitía, con cuatro acordes, hacer canciones y, para mí, eso era increíble. El piano lo empecé a tocar también de pequeña, pero me costaba más. Con la guitarra empecé a sacar canciones que me gustaban, de La Oreja de Van Gogh, por ejemplo.

O Álex Ubago.

Sí, sí (ríe). Eso fue en las Extraescolares. Con nueve años.

Aunque muy pronto escuchaban a grupos como Soundgarden o Incubus…

Yo, por una compañera del instituto, Elena, que fue con la que empecé a cantar y a formar la banda, y ella me enseñó todo el grunge de los 90. Mis padres escuchaban más música americana y también española, pop.

Se nota en su sonido. Más allá de Nirvana, que recuerda todo a los que crecieron en los 90.

Mezclamos un poco así el rock guitarrero, la distorsión, la potencia de los instrumentos con un pop que ponemos también con las voces, melodías más pegadizas, muy fáciles de que te entren. Intentamos trabajar mucho las canciones, que no se parezcan a otras. Estamos componiendo y decimos: “Esta se parece a tal”. Y entonces es como: “No, no”. Tiene que tener un giro.

¿Hay en la escena española un recuperar el sonido de guitarras?

Jolín, es que yo, como espectadora, me encanta cuando hay guitarras e instrumentos. Mira, yo amo a Rosalía, pero la primera vez que la vi, me faltó, que no estoy quitándole valor, eh, pero me faltó el instrumento. No sé por qué. Como que la música secuenciada me parece guay, pero no me llega igual en directo. La experiencia tiene mucho que ver con que el instrumento real esté presente y te dé en la cara. A mí me pasa mucho. Me envuelve muchísimo más. Muchos músicos de urbano están empezando a llevar músicos reales a sus directos, de hecho. Hay secuencia, pero también instrumentos.

Repion viene de Peonza en Extremadura. Lo eligieron abriendo un diccionario al azar. ¿Recuerda cuáles fueron las otras dos palabras que salieron antes?

¡No tengo tanta memoria! Pero a lo mejor salió una palabra más larga, enrevesada o complicada. Y queríamos algo cortito. De dos sílabas.

¿Usted compaginaba Repion con Mikel Erentxun y su hermana con Aiko?

Sí, sí. Ha sido apasionante aunque yo ya no estoy con Mikel este año.

¿Cómo surgió trabajar con él?

En 2017 me llamó un amigo, Fernando, que tocaba con él, y me dijo que Mikel estaba buscando una chica para tocar en su banda. Había grabado un disco a dúo con Maika Makovskiy pero ella no podía participar en la gira, así que buscaban a alguien que pudiera tocar las canciones, la guitarra y que también se desenvolviera con el teclado. Me estudié muchos repertorios sin conocer a Mikel. Básicamente me sabía dos hits, que también fue divertido aprenderme canciones famosas que para mí no lo eran. Y darles mi toque. Creo que eso le hizo gracia a Mikel. Estar tocando Cien Gaviotas, bueno, esa sí la conocía, pero Esos Ojos Negros no la había escuchado y creo que le di esa frescura de alguien que lo está tocando como si fuera nuevo, sin idolatrar. Hice una prueba y partir de ahí empecé a tocar con él y acompañarle en las giras.

“Con la cantidad de mujeres que hay, ¿cómo es que haya solo una o dos bandas en algunos festivales? Yo es que aún no me lo creo. No lo asumo y no hay justificación..."

Marina Iñesta, Repion

Y, mientras, iba creciendo Repion. ‘Amapola Dueles’ es su primer LP, de 2016, con canciones que habían ido haciendo toda la vida.

Tenemos uno anterior que es La Lágrima y La Naranja, que es de 2014, pero en 2016 ya teníamos un disco más hecho a propósito, más compacto, homogéneo. Hay canciones más antiguas, pero también nuevas, como Las Flores.

Y luego sacan un EP de cinco temas en 2018.

Que nos produjo Paco Loco.

¿Y cuál es su camino mientras iban llamando sala tras sala?

Intentando hacer un poquito de ruido. Tocar con más bandas, en pequeños festivales, estar en contacto con promotores jóvenes, de nuestra edad, que organizaban eventos. Les contábamos que estábamos ahí, disponibles, y que nos llamasen si organizaban cosas. En la radio teníamos a Julio Ruiz, de Disco Grande, en Radio 3, que nos apoyó desde el principio. Estamos muy agradecidas con él. En 2014, aún no teníamos ni Amapola Dueles, solo La Lágrima y La Naranja, y nos invitó a su programa. Para nosotras, algo increíble.

¿Cómo notan que su disco, ‘Repion’ (de 2023) les ha cambiado la vida?

Notamos que ha tenido más impacto, que por fin estábamos consiguiendo que nos escuchara más gente. Nos estaba costando mucho, como te decía, que la gente nos descubriera. Sabíamos que teníamos material que podía gustar, pero no teníamos un escaparate. Y fichar con Mushroom, la promoción…, nos ayudó a hacer un poquito de ruido. A partir de ahí generamos curiosidad. Las radios, también, es verdad que te hacen más caso a través del sello y eso lo hemos comprobado, comprobadísimo.

¿Qué se puede esperar de Repion en 2025?

Una unión bonita y genuina con bandas que son amigas y nos gustan mucho como con Tulsa. Un hermanamiento que surgió de una forma muy natural y que le va a dar bastante jugo al EP. A la gente le va a gustar.

¿A veces es necesario tener ‘feat’ (colaboración) para llegar a más gente?

Es bastante útil porque puedes conseguir público que a lo mejor de otra manera no llegaría a ti. Como cuando colaboramos con Xoel López, por ejemplo. Te acerca a bandas que no esperabas. Es guay y positivo, pero tampoco se puede abusar.

Son dos mujeres en la música. ¿Cómo lo viven?

Teresa contestaba el otro día en una entrevista: “Esa pregunta hay que hacérsela a los promotores, a ver qué dicen ellos”. Me da curiosidad a mí también. Yo quiero ver qué contestan porque es como: con la cantidad de mujeres que hay, ¿cómo es que haya solo una o dos bandas en algunos festivales? Yo es que aún no me lo creo. No lo asumo y no hay justificación. En nuestra escena nacional hay un montón de grupos y mujeres artistas fascinante. Entonces es que no se arriesgan. Vamos a tener nosotras, las mujeres, que ser las promotoras de los festivales de aquí a nada.

¿Qué tienen para 2025?

El Spring Fest, en Alicante, el Festival de los Sentidos, el Mallorca Live Fest, el Sonorama Day en Santander y, luego, en salas: El Veintiuno de Huesca (2 abril), en la Robby Robot de Zaragoza (25 abril) y Bilbao en la Punto Cero Sala BBVA (23 de mayo=.

¿Se sienten cómodas bajo la definición de pop-grunge?

Sí, a mí me gusta. Son guitarras muy noventeras, mordidas por la nostalgia. Los 2000, noventas. Hemos vivido mucho de grupos de grunge y luego el pop también porque las melodías nuestras nos delatan, los estribillos pegadizos. Y eso es el pop que contrarresta, y yo diría que es buena definición.

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