El milagro de Caupolicán
Gazir gana FMS World Series en una última jornada marcada la manifestación del relevo generacional y la decisiva victoria de Kaiser sobre Aczino.


No podía ser en otro sitio. Allí donde la DEM tocó el cielo y FMS Internacional provocó un terremoto; allí donde God Level y ‘Trilogía’ entregaron a Chile su ansiada corona mundial. El Teatro Caupolicán, en Santiago, hizo confluir este fin de semana una suerte de factores circunstanciales y generacionales que convirtieron la última jornada de FMS World Series en el culmen de un evento para la historia. Muchos románticos del freestyle juraron no perdonar jamás a la disciplina el instante en el que el rendimiento —materializado en el formato y su consecuente efecto sobre la escena— se premió por encima de la anécdota; juzgaron los nostálgicos que el ataque había perdido magia para adquirir raciocinio, y que la Ilustración no debía llegar al género si era para matar dragones. Las batallas se encontraban en una transición que, quizá, ahora ha eclosionado: todas las artes abrazan, tarde o temprano, la catarsis; y, en muy cierta parte, el freestyle la ha hallado en el soplo poético en el que Gazir se ha convertido en campeón de FMS World Series.
Aquello fue de guion y claqueta. Las bajas voluntarias de Lokillo y El Menor, cuyas mentes cayeron en una espiral de agobio tras una batalla en la que el chileno se llevó los tres puntos pero no ganó ninguno de los dos, dieron el toque atípico al cierre de la temporada. El primero fue sustituido por Fat N, consolidado relevo generacional tras ganar Red Bull Batalla: Nueva Historia, mientras que el segundo compitió en una exhibición contra Bnet —extraplayer de la jornada— y, amén de su retirada de la competición, cedió su puesto a Kaiser, que desde la fecha anterior se ha encargado de luchar en sus respectivos enfrentamientos de liga. ‘El Maldito’ —parte de ‘Trilogía’ a Teorema y Nitro— estaba de vuelta y, tras superar a Gazir en Colombia, se propuso hacer historia. Y fue su voz rasgada, la misma que amenazó a Invert en la final Internacional de Red Bull 2014, la que acompañó a una generación encabezada por Gazir a completar un inédito giro de los acontecimientos. Una revolución en todos sus aspectos.
La fábula del local y el ‘tiro de gracia’
Abrieron la noche Bnet y El Menor con una batalla que no repartía puntos pero que sí desprendió más de una moraleja. Fue una fábula: el chileno fue superior al español porque, en resumidas palabras, quiso serlo. Bnet se defendió bien, pero acudió al evento a disfrutar rapeando y a ‘educar’ a El Menor desde la sensatez y la experiencia; el de Coquimbo, que se había bajado de la liga pidiendo respeto, llenó las intervenciones de su contrincante de aspavientos y gestos. No ayudó tampoco la clara inclinación de un público entregado a un discurso que, quizá, no debió ser comprado y que, muy probablemente, siembre la preocupación en más de un competidor de la próxima Final Internacional de Red Bull Batalla.

De una forma u otra, el ateneo estaba entregado a la propuesta de los freestylers. Y sucedió que se juntó el hambre con las ganas de comer: saltaron a la tarima Azuky y Jony Beltrán, que se enzarzaron en una auténtica representación de punchs, chistes, dobles sentidos no demasiado complicados y ataques directos. “Soy un chiste, pero con elegancia / porque el rap chileno me enseñó que lo mejor es que el tiro de gracia”, rimó el mexicano, enfrascando en dos versos, y al hilo de una fina referencia, la esencia de la batalla. Cogieron el testigo Teorema y Zasko, que elevaron el ansia de un público encendido a otro concepto de freestyle: el de Cañete, consciente de que un óptimo nivel del rival despierta su mejor versión, vaciló con las métricas hasta que Zasko despachó en los minutos libres al chileno; se despertó el vigente campeón de Red Bull Chile en la última ronda, pero ya era tarde: el de Alicante había ganado a Teorema en su propia casa.
De revoluciones y monarcas
Fue extraño, como ver a tu amigo abstemio encenderse un cigarro. No es de habitual recibo encontrarse a Chuty y a Bnet compitiendo sin competir: se enfrentaron sin jugarse nada y el duelo, carente de gen competitivo, se tornó un interesante debate argumental. Se trató de la calma antes de la tormenta. Aczino versus Gazir. La final adelantada. Era lógico pensar que el duelo se daría al final del evento puesto que, por la posición que llevan en la tabla y el rodaje previo, representaban el uno para el otro una amenaza mayor que Dani o Kaiser. Pero ahí estaban. Gazir conectó más golpes que Mau en las primeras rondas y advirtió al mexicano de que “Ahora El Menor, Azuky y Gazir la rompían / el rey ha muerto, hay una nueva dinastía”; el de Neza se levantó en los minutos libres y, aunando un apoyo desigual, las tablas de la veteranía, su magia en el escenario y el peso que solo su figura desprende, logró revertir el voto de los jueces. El Caupolicán estalló con la victoria de Aczino. Se celebró su éxito y, prácticamente, el campeonato.

Pudo tener más de uno la sensación de que quedaba ‘el resto’. Fat N sorprendió al público con una fluidez mental muy atractiva y firmó, a efectos prácticos, su participación para la siguiente edición. Su papel no fue el de puntuar: sustituyó a Lokillo para hacer brillar a los demás, arrancando el mejor desempeño de Azuky en la temporada y los primeros y últimos tres puntos de un Dani que brilla en los libres lo que sangra en las temáticas. Algo sobrevolaba el ambiente. Un fantasma, una sensación. Teorema venció a Jony Beltrán, que nunca pierde sin toser delante de cualquier monarca —gallardía que el público reconoce y valora—, y le advirtió en el fuego cruzado: “Que puntúen más el show que el flow es uno de los factores que está matando el freestyle”.
Nadie lo veía, pero todos prestaban atención al escenario con la inconsciente esperanza de que todavía le quedaba carrete a la cámara. Zasko y Chuty se despidieron de la liga con un duelo en el que el primero se sintió una representación del arquetipo de personaje maligno con podaderas, pero con chistes fáciles y tijeras de punta redonda; el segundo hizo lo que tenía que hacer, ni más ni menos. Gazir despachó a Dani de forma rápida. Y luego, simplemente, sucedió.
El milagro de Caupolicán
Cuando Kaiser pisó el escenario debió sentirse una suerte de adrenalina inexplicable. El legendario freestyler chileno llegó de rebote y para suplir la baja de El Menor. Ni podía puntuar ni tenía intención de hacer carrera porque su historia, que no es sino la de la explosión de la disciplina en el ‘país más rapero del mundo’, ya estaba escrita. Y, sobre todo, era consciente de el favorito era su contrincante: Aczino, su gran amigo y compañero de profesión durante más de diez años. Podrían escribirse ríos de tinta acerca de la semilla que precede cualquier evento épico, de las locuras de las novelas de caballerías y de cómo Beowulf se levantó un día sin saber que mataría un dragón, pero en todos los casos, así como en el Caupolicán, la única forma de describirlo es decir que, compleja y llanamente, sucedió. Kaiser ganó a Aczino.
Los golpes del chileno, enfurecido por esencia, hicieron mella en un Aczino excitado por la cercanía del título y que, poco a poco, era consciente del hoyo en el que se metía. Cuando la situación fue irreversible, en las postrimerías de la última ronda, Kaiser se acercó a El Menor para decirle que ya le había preparado el trono. Con su victoria, simbólicamente, deja a Azuky como una posible heredera de la corona mexicana. Y, sobre todo, otorgaba a Gazir el trofeo. El asturiano, con la incredulidad tatuada en el rostro —dependía de esa victoria para campeonar—, lloró sobre el escenario: ha tenido que reinventarse mil y una veces para triunfar en Latinoamérica. Pero lo había conseguido. Y, en sus manos, brilló con las luces de los focos el trofeo de FMS World Series.

Gazir, Azuky y El Menor representan, cada uno a su manera, un estilo similar en lo que al enfoque de las batallas respecta: todos son hijos del formato, pero, amén de los tiempos que corren en la disciplina, no triunfarán hasta que, como Gazir en el Caupolicán, no sean pioneros en el movimiento que une la efectividad matemática del presente con la magia del pasado. Ambas, sin exclusión. Y Kaiser, ‘El Maldito’, lo sabía. Agarró el micrófono, se disculpó ante Aczino, justificó su profesionalidad y dio un mensaje generacional: “Es un traspaso en el freestyle mundial. Y ha sido aquí, en Chile”. No podía ser en otro sitio.
Clasificación final
- Gazir – 24 pts
- Aczino – 22 pts
- Chuty – 20 pts
- Teorema – 15 pts
- Lokillo – 15 pts
- Azuky – 15 pts
- Jony Beltrán – 12 pts
- Zasko – 9 pts
- Dani – 3 pts
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