Michael Newman, el obligado retiro del único vigilante de la playa que no era un actor
Socorrista y bombero profesional, se interpretó a sí mismo en ‘Los vigilantes de la playa’, convirtiéndose en un secundario indispensable en la ficción.
En la historia del cine y la televisión no suele ser habitual encontrarse con casos de actores que en cierto modo son una versión de sí mismos en la ficción. Y uno de ellos no es otro que Michael Newman, que durante más de una década fue uno de los principales protagonistas de una de las series veraniegas por excelencia: Los vigilantes de la playa.
De la mano de David Hasselhoff, el principal reclamo de la ficción tras su éxito en El coche fantástico, la producción se convirtió con el tiempo en un clásico con varias secuelas y películas.
Además, la franquicia supuso un verdadero trampolín para algunos de sus protagonistas ya que a ella se pueden vincular nombres como Yasmine Bleeth, Pamela Anderson, Alexandra Paul, Carmen Electra, David Charvet, Jason Momoa, Alexandra Daddario o Zac Efron, entre otros. Sin olvidar que el mismísimo Dwayne Johnson también formó parte de la plantilla de vigilantes a lo largo de los años.
Pero el caso de Newman es especial. Nacido en 1957, el californiano trabajó como bombero y fue socorrista en la vida real durante más de 20 años. Hasta que la serie se cruzó en su camino. Contratado originalmente como consultor técnico para asegurar que el trabajo de los actores en situaciones de rescate fuera lo más cercano a la realidad, acabó convirtiéndose en parte del elenco y en un secundario imprescindible en torno al cual se llegó a crear un club de fans.
En 1996, llegó incluso a ganar el National Lifeguard Ironman Championship, una prestigiosa competición en el gremio, y al término de la serie, a excepción de algún cameo en alguna de las secuelas, dejó por completo la interpretación para dedicarse al negocio inmobiliario, que ejerció con relativa normalidad hasta que en 2011 anunció que sufría párkinson.
Cinco años antes, un temblor en su mano izquierda, que al principio atribuyó al simple hecho de “envejecer”, le llevó a ver a un médico, que le diagnosticó la enfermedad. “Tardé mucho tiempo en darme cuenta de que iba a tener que reordenar mi vida”, explicaba Newman a la emisora KPCC-FM de Los Ángeles tras compartir sus problemas de salud.
“Definitivamente mi vida iba a cambiar. Es complicado darte cuenta de que no vas a poder hacer muchas de las cosas con tus hijos que pensabas que ibas a poder hacer”, añadía el exactor, que en la actualidad vive junto a su mujer en el más absoluto anonimato a medio camino entre Pacific Palisades, un próspero barrio residencial situado en montañas de Santa Mónica y Oahu (Hawái). Dos idílicos lugares donde Newman, que tiene 65 años, puede dedicarse simplemente a velar por sí mismo. Se lo ha ganado.
“Muchas gracias a todos los que han comentado mis habilidades como socorrista, mi actuación y mi lucha contra el párkinson. La piscina forma parte de mi régimen de entrenamiento, junto con el paddlesurf y el levantamiento de pesas. Lo hago sobre todo en la costa norte de Oahu, donde he construido una casa. No me rindo, y el Parkinson es solo un inconveniente hasta ahora”, zanja en un vídeo de su canal de YouTube.