María Pombo: “No me gusta la palabra ‘influencer’, parece que solo nos regalan cremitas”
“Al otro lado del charco valoran mucho que una persona que ni tiene ningún don de exposición aparente consiga crear una comunidad sólida y fiel”, dice.
“Influencer es una palabra que no me gusta. Parece que sólo nos regalan ‘cremitas’. Pero tiene mucho valor. Hemos abierto camino a un mundo nuevo a una profesión que genera millones”. Con estas declaraciones a la revista Harper’s Bazaar se refiere María Pombo a su trabajo, un ‘oficio’ del que es pionera en España y al que ha llegado a involucrar a toda su familia, desde su hermanas hasta sus parejas.
“Hoy, ninguna marca se plantea hacer una acción sin contar con perfiles sociales. Al otro lado del charco valoran mucho que una persona que no canta, no baila ni tiene ningún don de exposición aparente consiga crear una comunidad sólida y fiel. Y eso no es solo posar y hacerse fotos. Tiene una estrategia detrás que conlleva muchas cosas e involucra a mucha gente”, dice la joven en la entrevista con la publicación.
Con motivo de su documental en Amazon Prime Video, la joven ha reflexionado en La Razón también acerca de que, pese a sus tres millones de seguidores, no cause simpatías por doquier. “A los que no les gustamos ya, no les vamos a gustar ahora ni nunca. Soy consciente de ello y no intento gustar a todo el mundo, que eso es un gran error. Los haters siempre van a encontrar algo por lo que criticarme, así que me da igual”.
La sobreexposición
Esa es la contraparte de la exposición en redes, que ella dice llevar bien, pero con límites. “Es inevitable que te afecte. A mí no me importa que me digan que estoy gorda, que estoy anoréxica o que no sé cuidar a mis hijos. Lo que sufro son las situaciones injustas, como cuando tergiversaron mis palabras y dijeron que no me gustaría que mi hijo fuera homosexual, algo que es completamente falso. Me llegaron mensajes horribles que entendería si yo realmente hubiera dicho eso. Lo pasé muy mal”.
Pero reconoce que no se plantea cambiar de profesión: “Nunca he llegado a decirme: ‘tengo que dejar esto’. Obviamente, hay días y días, pero nunca he llegado al punto de plantearme si me ha ganado la exposición”.