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Manu Sánchez y la reflexión sobre su cáncer: “Aceptar mi propia muerte es lo más duro”

El humorista y presentador de televisión andaluz ha hablado con Aimar Bretos en ‘Hora 25′, donde ha tratado todas aquellas enseñanzas que le ha dejado la quimioterapia.

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Manu Sánchez y la reflexión sobre su cáncer: “Aceptar mi propia muerte es lo más duro”

La primavera terminó de golpe cuando Manu Sánchez dio a conocer que tenía cáncer el último día de mayo. Acababa de nacer su hija Leonor, conocía su diagnóstico desde hacía un mes y ya había sido intervenido quirúrgicamente. Lo que quería decir, ante la atenta mirada del mundo de la televisión y las redes sociales, era que empezaría la quimioterapia; que sentía miedo, pero también otras muchas cosas; y que lucharía, que lucharía hasta el final.

En pleno otoño está “a punto de cerrar” esta etapa. Ha noqueado al tumor testicular; solamente le queda una operación. Aimar Bretos le lanzó en Hora 25 una de esas preguntas que nadie quiere recibir, pero cuya respuesta vale oro y vida. “¿Qué has aprendido?”, clavó Bretos su mirada; el humorista andaluz no tardó en sincerarse: “lo más duro de todo fue aceptar mi propia muerte”.

“Este es el gran ejercicio, la gran pirueta psicológica. Darte cuenta de que que esto se puede terminar en cualquier momento”, desarrolló su aprendizaje, concretado en una suerte de revelaciones diarias: “empezó a parecerme sintomáticamente ridículo cómo todos hacíamos planes a largo plazo. Decían ‘y este año en Nochevieja dónde cenamos’ y yo no sabía si la semana que viene...”. No lo quiso pronunciar. “Asumir mi propia muerte me ha hecho más fuerte. Hace que ahora me importe todo un poco menos”, especificó.

Pero es que la vida pasa muy rápido. “Todos damos por hecho que vamos a tener como ochenta y tantos o noventa años para entregar el examen y todavía estamos releyendo las preguntas. ‘Quiero ir a la India’, bueno, más adelante; ‘me quiero comprar una bicicleta’, bueno, ya el año que viene. Vamos posponiendo todo. He aprendido que en cualquier momento pueden decirte ‘entregamos’. Y entonces te sorprendes. Si hay diez preguntas y vas por la dos, ni al aprobado raspado”, expresó, dibujando con una metáfora estudiantil el boceto de la fugacidad.

“Ojalá que mi pareja rehaga su vida con un tío increíble”

Su mente ha aprendido a hacerse fuerte a base de entender su posición en el mundo, pensamiento que nació fruto de una evolución que, por momentos, fue más que difícil. “He llegado a pensar cosas...”, aseguraba, justo antes de poner la piel de gallina a todos los presentes: “me iba a la cama y pensaba ‘ojalá la persona con quien rehaga su vida mi pareja sea un tío de putísima madre porque va a educar a mis hijos’. Pasar de poder estar celoso por algo a asumir y desear otra cosa. Al final va a ser quien va a enseñar a montar a mi hijo en bici”.

Su visión de la vida es diferente, pero el cáncer no ha hecho un solo rasguño en su sentido del humor. “Yo a ella le digo ‘gorda, tienes que saber medir los tiempos’, que cuando la gente te vea con otro te digan ‘normal, es joven la chiquilla’, que no digan ‘pues estos se conocían de antes’. Hay una delgada línea, que yo no sé cuál es, pero que hay que saber medir”, explicaba, ante las risas del ateneo.

“He aprendido que en la vida merece la pena tirar para adelante y lucharla. Si hay que aprender a andar de nuevo, a hablar de nuevo, se aprende”, retomaba su discurso inicial, y remataba con esa metáfora del instituto que, en realidad, pesa más que las enseñanzas que se imparten en cualquier aula: “que intentemos arañarle tiempo al examen, pero que lo que quieras hacer hazlo ahora porque no sabemos cuándo va a sonar esa vocecita de ‘entregamos’. Y como te toque hacerlo, se te va a quedar cara de tonto por las cosas que has dejado sin hacer porque no vas a tener a quién reclamárselas”.