Pepe Rodríguez explota con los ‘influencers’ de comida que acuden a su restaurante: “Un tontolaba que ha comido 7 veces caliente”
El cocinero y juez de ‘MasterChef’, dueño de El Bohío, en Illescas (Toledo) pide ir a los creadores de contenido que le digan cómo ir a medias: “Ya veré si entro”.
En la era de las redes sociales, cualquiera con un smartphone y algo de carisma puede convertirse en influencer. Y aunque esto ha democratizado la creación de contenido, también ha abierto la puerta a una tendencia cuestionable: la de los foodies de escaparate, influencers que visitan restaurantes para hacer críticas sin tener conocimientos reales sobre cocina, producto, técnica o servicio.
Cada día proliferan en TikTok e Instagram vídeos de personas sentadas frente a un plato que apenas saben describir más allá de si “estaba rico” o “le faltaba algo”. En muchos casos, lo que debería ser una crítica argumentada se convierte en una simple valoración. Mientras tanto, chefs que llevan años formándose y equipos de sala que cuidan cada detalle ven cómo su trabajo queda reducido a un story.
Una tendencia contra la que ha cargado Pepe Rodríguez, el cocinero y juez de MasterChef, quien también es dueño de El Bohío, en Illescas (Toledo). “A los necios estos que se ponen con siete cámaras les tengo prohibido el paso. He decidido que no se va a hacer un show en el restaurante. Y el que quiera poner una cámara, que me pague”, dijo al acudir como invitado al pódcast La Escalera Roja.
“Se permiten el lujo de hacerte como una crítica despiadada o buena o mala o descriptiva, como si supiesen. Ya les da derecho a… Y tú dices: ¿cuándo hemos normalizado que n tontolaba que ha comido siete veces seguidas caliente pueda decirle al resto del universo lo que es bueno o es malo? Y a veces, cuando los lees, que es terrible, hablan cosas como mi hija Manuela: me gusta o no me gusta”, agrega el chef.
Que le ofrezcan cobrar
Además, Pepe Rodríguez considera que si estos creadores de contenido hacen negocio a su costa él también debería cobrar por ello: “Venga usted a comer y déjeme en paz. Si quieres escribir algo yo no te puedo decir que no porque es tu opinión y hoy tenemos todos libertad. Pero no te voy a dejar que hagas todo ese show de grabar, no. Tenemos un montón de gente aquí que viene a trabajar y ya está. Si usted tiene un negocio, dígame cómo vamos a medias en esto y a lo mejor entro o no. Si no, venga usted a comer, si le interesa, pero no me ponga cámaras”.
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“Y estos que vienen sin cámaras, que hay muchos más, son peores todavía. Son más necios, quieren notoriedad, los likes. Y los otros quieren ese punto más. ‘Yo me recorro muchos restaurantes, yo alterno en muchos sitios…’. Y yo, y no lo digo. Y no se me ocurre enseñar, que es lo más obsceno y grotesto, la factura. Te ponen la factura de lo que ha costado. Donde se abren esos vinos lujuriosos. Lo ponen ahí. 3.900 euros, dos personas. ¿A qué atiende esto? Yo siempre voy a defender al cocinero y al trabajador que están ahí detrás porque sé lo que cuesta mantener un restaurante”, zanja.
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