Magali Alveranga, nutricionista, desvela el truco definitivo para cocinar verduras: “Lo que crece bajo tierra...”
La especialista y divulgadora ha dado la clave que diferencia a las dos clases de verduras existentes y cómo debe cocerse cada una.


Rodea a las verduras una mitología perversa y oscura sembrada durante la infancia que suele alejarlas de niños y adolescentes pero que, por el flujo vital, vuelve a reencontrar al producto y al que lo ingiere cuando este último entra en su período adulto. Y, entonces, además de comerlas, conviene aprender a cocinarlas de forma correcta; esto es, entre otras cosas, comprender cómo se cuecen.
A esta tarea ayuda la nutricionista Magali Alvarenga, conocida en redes como ‘Nutri maga’, quien cuenta con casi dos millones de seguidores en su perfil de Instagram. “¿Alguna vez escuchaste eso que todo lo que nace debajo de la tierra se empieza a cocinar en agua fría y todo lo que nace arriba se cocina en agua hirviendo?“, lanza al comienzo de una de sus últimas publicaciones, adelantando el secreto que iba a revelar a su comunidad.
La clave: el almidón
La pregunta, en realidad, funciona como afirmación. “Pues sí, eso explica por qué a veces tu brócoli queda oscuro, blandito y sin gracia, que es muy diferente de como tiene que quedar”, explica. Esto se debe fundamentalmente al almidón, carbohidrato complejo que se encuentra en numerosas plantas y que sirve como fuente principal de energía.
“La verdad es que los vegetales ricos en almidón y que crecen debajo de la tierra, como la papa, la mandioca y la batata, si los metes directos en agua hirviendo, el exterior se cocina rápido, pero el interior queda crudo”, explica, revelando que “en cambio si empiezas con agua fría y vas calentando poco a poco las paredes celulares, se van reforzando y el resultado es una cocción mucho más uniforme y con más sabor”.
Ocurre lo contrario con los que tienen menos almidón. “Ahora, los vegetales que crecen encima de la tierra, como el brócoli, la espinaca, la chaucha o la coliflor, son más delicados y tienen menos almidón”, detalla. En este caso, conviene cocinarlos “en agua hirviendo con sal y siempre en poca cantidad para que el agua no pierda temperatura”. Así, la sal no solo dará sabor, sino que, además, evitará que el vegetal pierda sus minerales y azúcares en el proceso. “Una vez cocidos, no te olvides, pásalos directo por agua bien fría para mantener el color vivo y la textura perfecta”, agrega.
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No hay más. La nutricionista va al grano y, tras despachar ambos trucos en menos de un minuto, sentencia con una frase que hace las veces de eslogan: “Si no quieres volver a comer brócoli sin gracia ni patata mal cocida”.
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