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Lucía Sánchez, de ‘La isla de las tentaciones’, actualiza su estado de salud tras padecer SIBO: “Quedan secuelas”

La creadora de contenido ha revelado en ‘Para mí’, su canal de Mtmad, la conversación que mantuvo con su nutricionista tras padecer dicho trastorno.

Lucía Sánchez, de ‘La isla de las tentaciones’, actualiza su estado de salud tras padecer SIBO: “Quedan secuelas”
Sergio Murillo
Nació en Santa Marta de Tormes en 2001 y creció entre Guadalajara y Badajoz. Amante de la literatura, estudió Periodismo en la URJC. Se estrenó como jefe de Cultura en El Generacional. Ha sido corresponsal para El Estilo Libre y conductor de informativos en Cadena COPE. Entró en Diario AS en 2023 como redactor en Actualidad.
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Conoció España a Lucía Sánchez cuando la influencer puso a prueba su relación con Manuel en la tercera temporada de La isla de las tentaciones. Después ganó Gran Hermano Dúo y su popularidad, que ha cultivado desde entonces, estalló. Prueba de ello son los cerca de 900.000 seguidores que acumula en Instagram, con quienes comparte su día a día más íntimo; todavía profundiza más en esta tarea a través de Para mí, su canal de Mtmad, que es donde ha confesado recientemente las secuelas que parece tras haber sido diagnosticada de SIBO.

La creadora de contenido ha detallado el momento en el que se enteró del trastorno que padecía, así como lo que supuso en su día a día y en su alimentación. Debe saber el lector que el SIBO alude al sobrecrecimiento bacteriano intestinal: se trata de un síndrome heterogéneo producido por un número excesivo o por la alteración en el tipo de bacterias presentes en el intestino (normalmente, en el delgado).

Son varios los síntomas que puede presentar una persona con dicho trastorno: desde distensión abdominal hasta diarrea o estreñimiento, llegando, en los casos más graves, a interferir en la digestión, a perjudicar la absorción de nutrientes y provocar deficiencias nutricionales.

Las consecuencias y su decisión inmediata

“Estuve en una dieta súper estricta seis meses”, revela, añadiendo que no podía comer trigo, gluten ni lactosa y que “solo podía comer pan especial y probióticos que costaban una pasta”, escenario que, confiesa, la “tenía de muy mal humor”, lo que empeoraba todavía más su circunstancia porque el SIBO, dice, depende mucho “del estrés y de la ansiedad”.

Cuando lo hubo superado la sensación fue agridulce. “Me puso muy contenta, pero, ¿hola? ¿Qué está pasando que sigo muy hinchada", se pregunta, a modo de continuación de su relato, a lo que su nutricionista le explicó que, en realidad, ahora debía hacer frente a las consecuencias de haber padecido SIBO.

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“Después del SIBO quedan secuelas y puedes tener intolerancias”, desliza, poniendo palabras al análisis del experto y revelando que, en su caso, han sido a la fructosa y a la lactosa. Por ello este verano, y tras un invierno agitado, ha optado por no viajar: “He decidido quedarme en Cádiz con mi niña, que tenemos de todo y puedo hacer mis comidas y cuidarme mejor".

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