Karlos Arguiñano, sobre cómo conoció a su mujer: “Hace 52 años pedí un baile en una discoteca y como era el ‘agarrau’ ahora somos 28”
El cocinero ha revelado en una entrevista con el medio vasco ‘Naiz’ la singular forma en la que conoció a su mujer, María Luisa Ameztoy Alfaro.


La sonrisa de Karlos Arguiñano es contagiosa. Hay pocas personas que desprendan tanta confianza y sabiduría, entremezclada con la alegría que redunda en sus chistes y su tono cercano, como el cocinero de Beasain. Fue esta particularidad comunicativa la que le llevó a revolucionar la pequeña pantalla: fue el primer cocinero en presentar un formato en España puramente culinario. Empezó publicando sus recetas en cintas de vídeos que Caja Laboral difundía dentro de una caja marrón y terminó conquistando los hogares de todo el país.
Aquel salto no lo dio solo. “Eva, mi hermana; Patxi Trula, que es el que hoy sigue siendo mi fiel colaborador en los programas de televisión; y estaba también Mikel Bermejo, que ya no está conmigo, pero tiene en Zumaia un restaurante muy bonito en el nuevo puerto”, ha afirmado en una reciente entrevista con el medio vasco Naiz, reconociendo que “una de mis suertes en la vida ha sido estar con el mismo equipo desde que empecé”.
“Nos conocimos así y ahí seguimos”
Habló en la mentada entrevista de su épico ascenso laboral, así como de su visión de la cocina. En este aspecto, destaca el trabajo de todos aquellos que se encargan de que el producto llegue fresco y directo al consumidor. “Esa gente me parece mucho más importante que cualquier otra cosa”, ha explicado, añadiendo que lleva “lo mejor a casa para cocinar para mi mujer y para mí, y los findes de semana para hijos y nietos”.
En su hogar se une la comida y la familia, abundando el amor en el entorno. Fue siempre así. Desde el principio. El propio chef ha revelado en la entrevista cómo conoció a su mujer, María Luisa Ameztoy Alfaro, y la romántica historia que han escrito juntos. “Hace 52 años pedí un baile en una discoteca y como era el ‘agarrau’ ahora somos 28. Eso no es ninguna broma. Nos conocimos así. Y ahí seguimos”, ha confesado, reconociendo que “ha habido momentos mejores, peores, maravillosos, angustiosos... Pero seguimos, porque los vascos somos peleones. Y al final ya casi ni discutimos. Nos estamos conociendo”.
No solo en casa halla cobijo. Sus amigos son prácticamente los mismos que hace medio siglo; también las bromas y chistes con las que acompañan las tardes. “Karlos, dices las mismas chorradas de hace 50 años”, le dicen. Y él asume que, aunque jamás deja de transformarse, hay algo en esa forma de vida que nunca dejará de sacarle una sonrisa sincera. De ahí que sea tan contagiosa.
Noticias relacionadas
¡Tus opiniones importan!
Comenta en los artículos y suscríbete gratis a nuestra newsletter y a las alertas informativas en la App o el canal de WhatsApp. ¿Buscas licenciar contenido? Haz clic aquí


Rellene su nombre y apellidos para comentar