Joseba Arguiñano habla de las diferencias con Karlos y Eva y comparte una profunda reflexión: “Todos no somos iguales”

Suele decirse que la sonrisa de uno, si sincera, es el reflejo del gesto paterno o materno. Hay algo que va más allá del parecido físico, de las palabras y expresiones heredadas; se trata de un aura propia e intransferible que descansa en el interior y que, entre otras cosas, hace que cuando Joseba Arguiñano habla a uno se le haga imposible no ver en su mirada a Karlos. Tampoco es cosa del plató. O al menos, no lo fue en Y ahora Sonsoles.

Al formato presentado por Sonsoles Ónega acudió hace algunas semanas el hijo del mítico y laureado chef para hablar de los años que ha compartido y todavía comparte con su progenitor frente a la cámara, sincerarse acerca de su particular familia y hablar de su propia vocación culinaria. Joseba, quinto de los siete hijos de Karlos Arguiñano y Luisi Ameztoy, tiene cocina en las venas, en el cerebro y en el corazón: creció correteando por el Hotel Restaurante Karlos Arguiñano, en la playa de Zarautz, reconociendo en la familia y en lo culinario las semillas de sus pasiones.

“Una tribu maravillosa”

“Todos no somos iguales”, dijo de su hogar, explicando que “uno será más hábil, el otro será más tranquilo, el otro será más movido, el otro es más parado... Pero nada es mejor o peor”, sino que “es diferente”. Esa es la clave. “Y la riqueza es lo diferente. Que se junte eso y que seamos una familia, una tribu maravillosa”, explicó, sonriendo con sinceridad, cómo percibe su núcleo familiar.

Así era desde que era un niño. “Me dejaban hacer cualquier cosa, ya veías las pintas que tenía. Nosotros hemos nacido allí y entre fogones, con mi tía, los cocineros, los camareros... en un entorno de hostelería”, recordó, agregando que cuando acabó la ESO fue a la escuela de su padre a estudiar cocina y, más tarde, se profesionalizó en el arte de la hostelería.

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Todo ello lo hizo siendo fiel a su familia y a sí mismo. “Igual era más rebelde, tienes menos cabeza de joven y todo lo que pasaba en la casa era siempre por mí“, desveló, deshaciéndose en elogios cariñosos hacia sus padres y hermanos: ”Nos han querido un montón. Alegrías les hemos dado, hemos salido una familia trabajadora, al pie del cañón y nos queremos mucho". Y su mueca, entonces, pareció la de Karlos.

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