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Collina se abre ante su cruel enfermedad: “Imagina lo que puede suponer para un niño de 13 años”

El laureado árbitro italiano se ha sincerado en ‘La Repubblica’ acerca del proceso de superación psicológico que las personas que la padecen deben realizar.

Collina se abre ante su cruel enfermedad: “Imagina lo que puede suponer para un niño de 13 años”

No hay en el mundo del fútbol un árbitro más popular que Pierluigi Collina. Han pasado dos décadas desde que el italiano colgase el silbato, pero su imagen sigue siendo parte inseparable de la iconología del balompié. Su dura presencia y su impoluto conocimiento del reglamento se llevaron la ovación del respetable en más de un encuentro de alta dificultad, como la final del Mundial de 2002 entre Brasil y Alemania; ello, sumado a su aspecto carismático y fácilmente reconocible, le hicieron inmortal.

El colegiado ha concedido una entrevista al rotativo italiano La Repubblica en la que se ha sincerado, entre otras cosas, acerca de la enfermedad que parece y que de manera inevitable influyó en la construcción de su mito: padece un tipo de alopecia muy severa que le hizo perder todo su pelo con apenas 24 años, incluido el de las cejas, impidiendo su crecimiento posterior.

Para un árbitro, centro habitual de los dardos del público, era un auténtico varapalo. Pero le hizo frente. El periodista le pregunta si alguna vez se ha sentido tentado a abandonar el campo por insultos y Collina responde tajante que no, que nunca. Ni siquiera cuando tenía todo en contra. “Las autoridades arbitrales me suspendieron durante tres meses. Luego me hicieron una prueba, me enviaron a arbitrar un partido en Latina (Italia), un estadio caluroso, para ver qué efecto tenía en la gente. Siempre estaré agradecido a esa multitud, ese día no les importó nada tener un árbitro sin pelo”, ha recordado.

“Psicológicamente puede crear grandes problemas”

En aquellos tres meses sin fútbol, período que describe como “una injusticia”, coincidió con un amigo suyo que también perdió el pelo debido a la quimioterapia para un osteosarcoma. “Ambos éramos calvos, pero el verdadero problema era suyo, no mío”, ha expresado. Aprendió entonces a relativizar su enfermedad, pero no por ello a minusvalorarla.

De hecho, ha trabajado con intensidad para ayudar a niños y jóvenes que también la padecen. “La mía es una enfermedad que padece mucha gente y que psicológicamente puede crear grandes problemas porque afecta a todos: niños, mujeres, etc.”, ha señalado, considerándose a sí mismo como un afortunado puesto que, cuando le llegó, “ya era adulto”.

Pero hay quien no tiene esa suerte. “Traté de pensar cómo es para un niño no tener cabello y enfrentarse a la crueldad de sus compañeros”, ha cavilado, sentenciando una de sus réplicas inteligente al periodista con una propuesta de reflexión: “Imagina lo que puede suponer para una niña de 13 o 14 años”.

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