Sucesos
Caso Asunta: el giro radical de su padre adoptivo, Alfonso Basterra
El periodista continúa cumpliendo su condena a dieciocho años de prisión en la cárcel de Teixeiro (A Coruña) por la muerte de la pequeña en 2013.

Corría septiembre de 2013 cuando la pequeña Asunta Basterra Porto, una niña que había sido incluso noticia en televisión por ser el suyo el primer caso de adopción internacional en Galicia, fue encontrada muerta en una cuneta de una carretera del municipio de Teo, próximo a Santiago de Compostela.
Sus padres adoptivos, una familia de clase alta formada por el periodista de origen bilbaíno Alfonso Basterra y la abogada gallega Rosario Porto fueron condenados por su muerte a dieciocho años de prisión. Un crimen que no reconocieron, pero que conmocionó a la sociedad. La madre de la pequeña de origen chino decidió quitarse la vida el 18 de noviembre de 2020 ahorcándose con una sábana en la prisión de Brieva (Ávila). Basterra, por su parte, continúa en prisión cumpliendo su pena.
Y así, en su condición de reo, desde la cárcel de Teixeiro, y tras no conseguir el tercer grado por no admitir su autoría, Basterra ha escrito una novela de 140 páginas que lleva por título Cito, y que está precisamente dedicada a la pequeña Asunta. Un texto que ha supuesto todo un giro en las intenciones que mostró hace ocho años en una carta dirigida a Ramón Campos, creador de la serie de Netflix El caso Asunta, y del documental previo El caso Asunta: Operación Nenúfar, donde manifestaba su “firme propósito de desaparecer”.
Qué decía la carta
Alfonso Basterra manifestaba en su carta que había dejado atrás su ira y su enfado contra quienes le habían juzgado, incluidos los medios de comunicación, y que estaría incluso dispuesto a sentarse con esas personas para hablar al respecto cuando obtuviese el tercer grado.
“Le haré una confesión: cuando recupere mi libertad, tengo el firme propósito de desaparecer, nadie volverá a saber de mí, ni tan siquiera Rosario Porto. Solo tengo una razón para seguir con vida, que no es otra que volver a ser un hombre libre y reunirme con mi niña, nunca antes. De hecho ya tengo pensado el cómo y el dónde, tan solo me falta el cuándo, pero todo llega”, escribía el periodista, quien parece haber dejado atrás esta idea de esfumarse de la sociedad al escribir un libro que ha suscitado tanto interés y del que ya estaría redactando una segunda parte, tal como comentó su propio editor.
La carta completa
Estimado señor Campos,
En cartas anteriores le he transmitido la rabia y la ira que lleva destrozándome y devorándome desde hace tres años. Rabia e ira hacia el juez instructor, hacia el fiscal, los abogados de la acusación particular, los medios de comunicación y, muy particularmente, hacia la persona que acabó con la vida de mi niña. Pero estos sentimientos me llevarían indefectiblemente hacia la locura y la autodestrucción, y eso es algo que no puedo ni debo tolerar, porque abandonaría la esencia de mi yo, del que algo aún queda y acabaría derrotado por fuerzas ajenas a mí.
De modo que tras mucho pensar, he entendido que el perdón es mi camino. La única forma posible de mantenerme en mi camino y sortear este gran reto que el destino me ha puesto. Puede que no se lo crea, pero después de muchas horas de meditación considero que este nuevo rumbo es, además del acertado, el definitivo. No puedo volver a caer en episodios de cólera como los que he vivido. Es más, he llegado a la convicción de que todos ellos actuaron bajo un signo profesional del que estaban convencidos y con arreglo a la más pura de las éticas. Equivocados totalmente, pero sin saltarse la ley y sin ánimo alguno de condenar por condenar.
Se sorprenderá, pero cuando dentro de seis años, como mínimo, tenga el tercer grado en lugar de asesinar a los citados, como en tantas ocasiones imaginé, lo que realmente deseo es sentarme en una cafetería con ellos y debatir, si lo desean, lo que fue aquel juicio. Pero lo que nunca haré será exigirles perdón, todo lo contrario, seré yo quien les ofrezca mis disculpas por tan terribles pensamientos surgidos de una locura inimaginable que no deseo a nadie. Y por la misma razón haré lo propio con el asesino o asesina de mi niña, porque ahora sí, estoy convencido de que su acción fue fruto de esa locura, ya que nadie en pleno uso de sus facultades mentales cometería una monstruosidad como esa.
Para terminar le haré una confesión: cuando recupere mi libertad, tengo el firme propósito de desaparecer, nadie volverá a saber de mí, ni tan siquiera Rosario Porto. Solo tengo una razón para seguir con vida, que no es otra que volver a ser un hombre libre y reunirme con mi niña, nunca antes. De hecho ya tengo pensado el cómo y el dónde, tan solo me falta el cuándo, pero todo llega.
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