REAL MADRID

El secreto romano que une las fuentes de Cibeles y Neptuno en Madrid

En el Paseo del Prado, entre los lugares de reunión de madridistas y atléticos, se alza la fuente de Apolo que es ‘hermana’ olvidada de las otras dos.

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El secreto romano que une las fuentes de Cibeles y Neptuno en Madrid

En pleno Paseo del Prado de Madrid, entre las fuentes de Cibeles y de Neptuno en las que celebran sus títulos las aficiones de Real Madrid y Atlético de Madrid, se sitúa otro espectacular monumento considerado obra maestra del neoclasicismo español y que, sin embargo, es para muchos el gran olvidado. La fuente de Apolo, también llamada de las Cuatro Estaciones, iba a ser el eje de un trío de esculturas construido en el siglo XVIII pero con los años terminó con un reconocimiento muy diferente.

La Cibeles, situada en la plaza que lleva su nombre, recibe cada día a millones de personas que a pie o en coche la rodean y la admiran, de igual manera que cada vez que el Madrid levanta un título y se agolpan junto a ella miles y miles de aficionados. Algo similar ocurre en la plaza Cánovas del Castillo con su ‘hermano’ Neptuno, que recibe con orgullo a los atléticos cada vez que se convierten en campeones. Ninguna afición se desplaza a los pies de Apolo y quizá las sombras de los árboles ocultan parte de su esplendor, pero eso no resta un ápice de la importancia escultórica que la fuente aporta a la capital.

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Escarlati (CC)

Para entender su relevancia hay que nombrar la figura del rey Carlos III, para algunos el mejor alcalde de la historia de Madrid, que en la segunda mitad del siglo XVIII quiso llevar a cabo unas reformas para la modernización de la ciudad. La Puerta de Alcalá y el Museo del Prado se construyeron bajo su mando, de igual manera que las mencionadas fuentes en honor de Cibeles, Neptuno y Apolo. Con la inspiración grecorromana en mente, y para adornar el Salón del Prado, el rey encomendó el diseño a Ventura Rodríguez y la construcción de la fuente de Apolo estuvo a cargo de Manuel Álvarez el Griego y Alfonso Giraldo Bergaz. La construcción comenzó en 1980 y culminó con la inauguración de la figura en 1803.

“La estatua de Apolo es la mejor de las tres”

Para Pedro Francisco García, coautor de Fuentes de Madrid, la importancia de la fuente de Apolo fue evidente desde que comenzara el proyecto: “El proyecto original de Ventura Rodríguez contemplaba que Neptuno y Cibeles miraran hacia Apolo, así que esta fuente tiene una gran importancia”. Por su parte, Mercedes Pérez Gallo, técnico del departamento de Patrimonio Histórico municipal, fue un paso más allá: “Apolo es el origen del Paseo del Prado, pese a que fue el último de los tres monumentos en inaugurarse, ya que estaba en el centro del diseño”, explicó en declaraciones que recogió El País en 2018.

En el mismo texto, nuevamente el autor defiende que la fuente de Apolo es la más destacada de las tres: “Artísticamente la estatua de Apolo es la mejor de las tres, los escultores Manuel Álvarez y Alfonso Giraldo Bergaz hicieron un trabajo magnífico. Es una de las mejores piezas del clasicismo español”.

Desgraciadamente, cuando a finales del siglo XIX las estatuas de Cibeles y Neptuno dejaron de estar a ras de suelo también dejaron de mirarse. Ahora, la diosa que recibe a los felices madridistas mira al horizonte, allá donde convergen la calle Alcalá y la Gran Vía. El torso inamovible de Neptuno, por su parte, mira hacia el Hotel Palace con la vista lejos de su ‘hermano’ Apolo.