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El calvario de Linda Evangelista: “Si hubiera sabido que iba a perder las ganas de vivir...”

La modelo canadiense reapareció este año tras mucho tiempo alejada de los focos por un tratamiento estético que le había dejado “brutalmente desfigurada”.

Linda Evangelista.

Estrella en los ochenta y noventa, la historia de Linda Evangelista (57) está ligada a un momento especialmente próspero para la industria de la moda. Junto a otros grandes nombres como Naomi Campbell, Cindy Crawford, Carla Bruni, Helena Christensen, Christy Turlington, Elle Macpherson o Claudia Schiffer supo sacar partido a su naturalidad y confianza sobre las pasarelas para convertirse en un icono.

Sin embargo, no corren buenos tiempos para la canadiense. A finales de septiembre de 2021, Evangelista, revelaba el motivo por el que llevaba años alejada de los focos: un tratamiento estético le había dejado “brutalmente desfigurada” y había imposibilitado que ejerciera su profesión con normalidad.

Según compartía Evangelista con sus seguidores, se había sometido a un tratamiento de lipoescultura, denominado CoolSculpting por su marca comercial, basado en la criolipólisis, que reduce la grasa aplicando frío. Evidentemente, el resultado no fue el esperado ya que ofreció justo el resultado contrario al deseado.

“Aumentó, que no disminuyó, mis células de grasa y me deformó de forma permanente, incluso después de pasar por dos cirugías correctoras muy dolorosas sin éxito. Me han dejado, como ‘irreconocible’. Además, he desarrollado hiperplasia adiposa paradójica o PAH, un riesgo del que no me advirtieron antes de someterme al tratamiento “, lamentó en su momento la modelo, cuya experiencia ha tenido consecuencias también psicológicas.

En febrero mostraba por primera vez su cuerpo en la revista People y ahora protagoniza la portada de la edición británica de Vogue, donde relata un calvario que le llevó a iniciar una batalla legal ya resuelta contra Zeltiq, la marca comercial de CoolSculpting, a la que reclamaba 50 millones de dólares en daños.

“Ya no podía seguir viviendo con ese dolor. Tenía que hacer un cambio y lo único que podía hacer era contar mi verdad. Si hubiera sabido que los efectos secundarios podían incluir perder las ganas de vivir y que acabaría tan deprimida hasta odiarme no habría asumido el riesgo”, asegura a Vogue, revista en la que protagoniza una nueva portada ocho años después.

Y es que la modelo no soporta ni mirarse al espejo ni que la toquen. “No vais a verme en bañador”, señala Evangelista, que durante bastante tiempo lo intentó todo para paliar los defectos del procedimiento estético con vendajes compresivos por todo el cuerpo o barbaridades relacionadas con la dieta como beber solo agua o comer una rama de apio o una manzana. “Me estaba volviendo loca”, zanja la modelo, que ha decidido comenzar por aceptar la situación para superar el trauma.