El actor Alan Ritchson, de ‘Reacher’, confiesa que intentó quitarse la vida tras sufrir una agresión sexual

El éxito no es proporcional a la estabilidad mental, más bien discurren por caminos diferentes. Bajo esta máxima se mueven todos los intérpretes, serpenteando por el camino de la peliaguda fama, algunos sin saberlo, y sorprenden al mundo cuando revelan cuál ha sido el momento en el que una colapsó cuando la otra estaba en lo más alto. Así lo ha contado, más explícito, Alan Ritchson.

El actor de 41 años, que dio el salto con Smallville y ahora atraviesa uno de los momentos más dulces de su carrera con el triunfo de Reacher en Prime Video, ha confesado en una reciente entrevista concedida a The Hollywood Reporter que estuvo muy cerca de suicidarse. El motivo: una agresión sexual que, además, le llevó a tomar la decisión de abandonar el mundo del modelaje.

Una visión de sus hijos le salvó de sí mismo

Fue hace cinco años. “Me ahorqué. Todo sucedió muy rápido y yo estaba colgado”, se sincera el intérprete. Estaba en el ático de su casa en Encino, California. Había utilizado un cable de color verde. Sus pies no tocaban el suelo. Empezó a desmayarse. Entonces, una visión de sus hijos Calem, Edan y Amory, de 11, 10 y 8 años, respectivamente, ocupó su retina.

No era una imagen cualquiera. Sus vástagos, frutos de su largo y todavía duradero matrimonio con Catherine Ritchson, tenían en torno a 30 años. Eran mayores, adultos. “Me pedían con mucha serenidad que no lo hiciese, me decían que querían que yo estuviera ahí, vivo y parte de sus vidas”, recuerda de aquello. A punto de perder el conocimiento, decidió salvarse a sí mismo.

El Alan que cayó al suelo tras este episodio era diferente: buscó ayuda profesional y se puso como objetivo reconocer el origen de la oscuras nubes que le habían llevado a colgarse de una viga de su ático. Aquello derivó en el diagnóstico de su trastorno bipolar y en la conclusión de que aquello se había producido tras sufrir agresiones sexuales durante años.

Primero fue en la industria del modelaje, que abandonó, y luego como actor. “Me rompieron”, dice, aunque entonces no se diera cuenta de lo resquebrajados que podían llegar a estar sus cristales mentales. Sus días en aquel oficio no le generan sino repulsión a todo lo que envuelve el mundo laboral de la moda: “Hay muy pocas cualidades redentoras en trabajar en esa industria. Seamos sinceros, es como un tráfico sexual legalizado: no está regulado y es un secreto muy conocido que si te contratan para un trabajo básicamente te están pasando a un fotógrafo para que trafique contigo”.

Las dos gotas que colmaron el vaso

Aunque, dice, no es capaz de contar “con las dos manos” la cantidad de veces en las que le colocaron “en ambientes horribles donde el objetivo era el abuso sexual”, hubo una que terminó por cambiar todo. “Me contrataron para una sesión fotográfica con un fotógrafo muy famoso. Me enviaron a su habitación de hotel a hacer desnudos bajo la promesa de que, si lo hacía, él me conseguiría una campaña muy lucrativa para una revista y una marca de ropa. Y fui agredido sexualmente por este tipo”, explica.

Ya en televisión, cuando el fantasma de este mal parecía desvanecerse, llegó la segunda gota que colmó el vaso. Fue una mujer, su socia par aun proyecto cinematográfico: “Me dio un ultimátum para que fuera a su habitación y me dijo que, si no iba, no sólo destruiría este negocio sino a mí llamando a TMZ para afirmar que la había agredido sexualmente”.

“Estaba muy deprimido y no sabía cómo afrontarlo”, confiesa de aquello. Poco después tuvo lugar el intento de suicidio.

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