ATLETISMO

Bob Beamon saca a subasta su histórica medalla de oro en México 1968

El saltador estadounidense logró un récord olímpico que todavía perdura con la impresionante marca de 8,90, la segunda mejor de la historia.

El atleta Bob Beamon durante la prueba de salto de Longitud de los Juegos Olimpicos de Mexico de 1968.

El 18 de octubre de 1968 se produjo uno de los acontecimientos más míticos de la historia de los Juegos Olímpicos. El saltador neoyorkino Bob Beamon consiguió superar en 55 centímetros el récord del mundo de salto de longitud y establecer una marca que perduró durante veintitrés años: 8,90 metros. El vuelo le valió, evidentemente, para llevarse la medalla de oro.

Una presea a la que no parece tenerle demasiado apego el atleta, que a día de hoy tiene 77 años. Por voluntad propia, Beamon ha decidido sacarla a subasta en la casa Christie’s de Nueva York. El precio del objeto parte de los 400.000 dólares estadounidenses (367.000 euros al cambio) y se estima que pueda rondar los 550.000 euros, aunque todo podría pasar para conseguir una de las medallas olímpicas más célebres.

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BettmannBettmann Archive

“Realizada en plata dorada, el molde frontal con la figura drapeada de la Victoria sentada, sosteniendo una palma en su mano izquierda y la corona en alto en su derecha, al reverso muestra a un campeón olímpico llevado sobre los hombros de espectadores emocionados en un estadio. La medalla tiene una cinta verde y un estuche de presentación de madera con soporte cubierto de latón”, detalla la web especializada.

La subasta se celebrará el próximo 1 de febrero, aunque ya está abierto el portal para realizar ofertas por el preciado bien. El protagonista no ha hecho ningún tipo de declaración al respecto de haberse desprendido de la medalla a cambio de dinero.

Anverso y reverso de la medalla
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Anverso y reverso de la medallaCasa de subastas Christie's

Así fue el salto

80.000 espectadores presenciaron en directo una gesta que ni el propio protagonista se creía. “¿Cuánto he hecho?, yo no me lo puedo creer”, exclamó Beamon al ver cómo los jueces tardaban más de veinte minutos en certificar una marca inenarrable. Pocos sabían en aquel momento que, a causa de la mala calificación que había hecho en la fase previa, se fue de fiesta en la noche anterior a la final y se bebió varios chupitos.

“Aquello fue lo mejor que me ocurrió en mi vida en el momento exacto. Me pregunto si alguna extraña corriente me ayudó, pero yo no vi nada”, afirmó en aquel momento un Beamon que se llevó el oro por 71 centímetros y que todavía, más de 55 años después, mantiene la segunda mejor marca de la historia de la disciplina.

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