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Ben Stiller y el mayor batacazo de su carrera: “Aquello me afectó durante mucho tiempo”

El actor neoyorquino asegura que la decepción de ‘Zoolander 2′ le hizo cambiar a la fuerza el enfoque sobre sus proyectos.

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Ben Stiller y el mayor batacazo de su carrera: “Aquello me afectó durante mucho tiempo”

El estreno de una comedia en Hollywood puede asemejarse al giro de una moneda que emprende un vuelo plenamente vertical con el único objetivo de aterrizar sobre una de sus caras para dejar que sea el azar quien desatasque una situación que, probablemente, no podría resolverse por los cauces habituales de la vida. Ben Stiller lo sabe bien: ha emulado el recorrido volador numismático besando el cielo de Los Ángeles con películas humorísticas y estrellándose contra el suelo en más de una ocasión. De todas, hubo una caída que, dice, no olvida.

Ha sido en el podcast de David Duchovny donde ha contado una anécdota que sorprende por la dureza de sus palabras y lo reciente del suceso. El intérprete viene a decir que su peor golpe como actor fue en 2016, cuando vio la luz Zoolander 2; batacazo que fue doblemente doloroso por lo inesperado del mismo: era la segunda parte de una cinta estrenada en 2001 que gozó de un notable éxito. Sin embargo, la tardanza —así como lo mala que era— alejó de las salas de cine a todos aquellos que confiaron erróneamente que el último trabajo estaría a la altura de su recuerdo.

“Me asustaba la idea de estar perdiendo la gracia”

“Pensaba que todo el mundo querría verla. Y entonces fue como: ‘Hala, la debo de haber cagado de verdad. Nadie ha ido a verla. Y ha tenido estas críticas horribles”, resume Stiller, a quien no le queda otra que sintetizar en una inocente frase la fría y punzante sensación que sobrevolaba su cabeza: “Yo no sabía que era tan mala”.

De hecho, fue tal el ‘puñetazo’ que la realidad le asestó que el exceso de butacas vacías se tradujo en una suerte de introspección creativamente necesaria pero, quizá, mentalmente tóxica: “Lo que más me asustaba era la idea de estar perdiendo la gracia y la capacidad para cuestionarme a mí mismo”.

“En Zoolander 2 fui a ciegas. Y está claro que aquello me afectó durante mucho tiempo”, reflexiona. El boxeador tiene algo de aprendizaje vital en la técnica de su lucha por aquello de estudiar el golpe para evitarlo en el próximo combate; Stiller hizo lo mismo: “Tenía el espacio para quedarme a solar conmigo mismo y asumir el golpe, y eso me dio tiempo para sacar adelante otros proyectos en los que había estado trabajando, algunos de los cuales no eran comedias”.

“Incluso si alguien me hubiese dicho ‘bueno, ¿por qué no haces otra comedia?’ es posible que se me hubiese ocurrido algo”, alarga el límite de su pesar, haciendo de su resolución un asunto sencillo: “Pero no quería, sencillamente”.

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