Miguel Hernández: el poeta enamorado del fútbol
Hoy se cumplen 75 años de la muerte del genial poeta, que le escribió al fútbol y llegó a fundar su propio equipo
Hoy, 28 de marzo de 2017, se cumplen 75 años de la muerte del poeta y dramaturgo Miguel Hernández, que ha pasado a la historia como el último de los genios de la Generación del 27, y que murió en una carcel franquista a causa de la tuberculosis.
Enamorado de las letras, apasionado de la política, se implicó y tomó parte en la Guerra Civil, por lo que acabó siendo detenido y en un principio condenado a muerte cuando intentaba cruzar la frontera con destino a Portugal.
Sin embargo, hay una parte menos conocida de Miguel Hernández, y que también habla de cómo se divertía y vivía su tiempo de ocio: era un apasionado del fútbol.
Miguel Hernández y el fútbol
Murió con tan solo 31 años de edad, y durante su niñez, adolescencia y juventud cultivó el gusto por el entonces llamado balompié, en una España no muy dada a los anglicismos a la que el "football" le sonaba sólo a la Liga Inglesa.
De orígenes humildes, Miguel Hernández se crió entre el ganado que tenía su padre. Y fue en los campos donde desarrolló una verdadera afición por este deporte, que le llevó incluso a convertirse en pionero.
Fundó su equipo y compuso el himno
Y es que, demostrando la misma iniciativa de la que presumía en sus versos, fundó su propio equipo de fútbol al que llamó "La Repartiora". Incluso compuso él mismo el himno de este equipo, que era el siguiente, y debía cantarse al ritmo del pasodoble "Por la calle de Alcalá":
Jugaba, y le llamaban 'El Barbacha'
La banda derecha de ese equipo, aunque pueda parecer ideológicamente una casualidad, la ocupaba el joven Miguel Hernández, al que sus compañeros llamaban "El Barbacha", en honor a un tipo de caracol por sus movimientos excesivamente lentos y su paso sosegado.
También fútbol en su obra
Por suerte, el joven Hernández se centró más en la poesía, hasta convertirse en uno de los poetas más idolatrados de la historia. Y también a sus letras llevó su afición por el fútbol.
Siendo aún muy joven, como recoge futbolclubdelectura.com, escribió un texto dedicado al balompié titulado "Ni el Iberia ni los Yankes". En él, se burlaba de los dos principales rivales de La Repartiora: Los Yankes, equipo compuesto por jóvenes burgueses, y El Iberia, formado por mozos de la calle de La Acequia. La letra de la cancioncilla estaba adaptada a la música del chotis de "El Pichi".
Más adelante, volvió a escribir sobre el fútbol en el poema "Elegía al guardameta". Para escribirlo, se inspiró "en un accidente del entonces portero del Orihuela FC, Manuel Soler, Lolo, quien durante un partido se golpeó con el poste y se abrió una enorme brecha en la cabeza. El portero no murió como consecuencia de aquel testarazo, pero Miguel Hernández, en un meritorio ejercicio de inventiva, aderezó el suceso con la muerte para completar así el sentido trágico del poema", como explica en su blog Manuel Mazón.