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La esperanza de Nadal

Rafa Nadal convocó este viernes una rueda de prensa en Mallorca para anunciar que su intención es jugar Wimbledon a partir del 27 de junio, que el tratamiento al que ha sometido a su lastimado pie izquierdo está siendo beneficioso, que las sensaciones han sido buenas en la última semana, que el próximo lunes viajará a Londres para continuar su preparación con entrenamientos y alguna exhibición, y que espera llegar a punto a la Catedral del tenis. Este es, en resumen, el esperanzador mensaje de Nadal. Y no sólo para el Grand Slam de hierba, sino para lo que resta de temporada. De hecho, Rafa ya ha adelantado también que quiere estar en el Masters 1.000 de Canadá y en el US Open. Si la radiofrecuencia no hubiera funcionado, ahora estaríamos escribiendo sobre otra cosa muy diferente, sobre un futuro oscuro, quizá sobre una inminente retirada. Con toda la cautela que merece el mundo del deporte y el mundo de la salud, y ya no digamos si las dos cosas van mezcladas, Nadal camina por el mejor escenario posible. Y camina, por primera vez en tiempo, sin cojera.

Rafa compareció muy ilusionado ante los medios. El año pasado no pudo competir en Wimbledon por su maltrecho físico, lo que ya demuestra otro importante avance. Como quiera que en 2020 no se celebró el torneo por la pandemia, el español no pisa la mítica hierba londinense desde las semifinales de 2019. Nadal ha levantado dos veces este trofeo, una de ellas en una mítica final ante Roger Federer, en el jardín de la casa de su histórico rival. Por ello, y porque viene de adjudicarse los dos grandes disputados en 2022, es inevitable pensar que partirá entre los principales favoritos. Y ya puestos, que completar el Grand Slam en el mismo año puede convertirse en un bonito desafío. Con Nadal, las cosas son así. Pasas de la incertidumbre a soñar con el infinito en un par de pestañeos.