Espantada en Canadá

En 2009, el Masters 1.000 de Canadá (se disputó en Montreal, que se va turnando con Toronto) presentó unos cuartos de final que quitaban el hipo: Roger Federer (primer cabeza de serie), ante Jo-Wilfred Tsonga (7º); Andy Murray (3º), frente a Nikolai Davydenko (8º); Andy Roddick (5º), contra Novak Djokovic (4º); y Juan Martín del Potro (6º), cara a cara con Rafa Nadal (2º). Era la primera vez desde 1973, cuando se instauró el ranking mundial, que un torneo ATP presentaba unos cuartos de final con los ocho primeros cabezas de serie en pie, la única vez que eso ha sucedido hasta la fecha en la historia de los Masters 1.000 (creados en 1990). Ahora, la situación es muy distinta para el torneo canadiense masculino, que se dispone a comenzar en Toronto (desde este domingo hasta el 7 de agosto) con un cartel en el que destacan más las ausencias que los presentes en la cita.

Cuatro de los seis primeros del ranking mundial han tomado la decisión de no competir en Toronto. Jannik Sinner (1º), Carlos Alcaraz (2º), Jack Draper (5º) y Novak Djokovic (6º) han dejado huérfano a un Masters 1.000 que se presenta con cuatro principales cabezas de serie que no acostumbran a ostentar este honor: Alexander Zverev, Taylor Fritz, Lorenzo Musetti y Ben Shelton son los grandes reclamos en el primer gran torneo de la gira norteamericana de pista rápida, que a continuación tiene parada en Cincinnati (7 al 18 de agosto), donde sí se espera a los pesos pesados, y que culmina en el US Open (24 de agosto al 7 de septiembre). Tampoco estarán en Canadá otros nombres como Tommy Paul (15º) o Grigor Dimitrov (20º), fuera de juego por su lesión pectoral en Wimbledon. Se abre, y mucho, un torneo que representa una maravillosa oportunidad para tenistas como Holger Rune, quien ahora trabaja junto con Andre Agassi, o Andrey Rublev, subcampeón de una pasada edición que conquistó Alexei Popyrin, evidenciando que es un torneo propicio a campanadas.

¿El motivo de tanta renuncia? Sin duda, se puede encontrar en el apretado calendario que cada vez asfixia más a los tenistas. En este 2025, por primera vez, tanto Canadá como Cincinnati se juegan a lo largo de dos semanas cada torneo, con cuadros finales de 96 jugadores en lugar de los 56 de temporadas previas, en las que cada evento se finiquitaba en una semana. Esta ampliación tiene numerosos efectos y consecuencias: si, por ejemplo, Alcaraz jugase el tríptico norteamericano en su totalidad y llegase a todas las finales, se pasaría un mes y medio fuera de casa, como mínimo (nada más acabar el US Open hay eliminatorias de Copa Davis y Laver Cup, más el inicio de la gira asiática), y disputaría 19 partidos en aquel periodo. A eso hay que sumarle que Toronto comenzará justo cuando se cumplan dos semanas de la final de Wimbledon, momento en el que el murciano puso fin a una secuencia de 35 partidos en 95 días entre giras de tierra batida y hierba (y eso que se perdió el Madrid Open).

Ya solo quedan dos Masters 1.000, Montecarlo y París, que resisten a la ampliación de días de competición hasta las dos semanas, un formato que ha recibido más de una (y de dos, y de tres) críticas de los verdaderos protagonistas, los jugadores. Pero la pela es la pela, que dirían: a más jornadas de torneo, más dinero para los organizadores, más interés de patrocinadores... incluso más oportunidades para tenistas de perfil bajo, que pueden entrar en cuadros finales con un ranking no demasiado alto. Aunque, claro, el tiro puede salir por la culata y puede suceder lo de Toronto, una desbandada masiva que deje al evento sin los grandes nombres que más entradas venden.

El de Canadá, además, tiene la mala suerte de ser el gran torneo más cercano a la extenuante gira veraniega por tierra batida y hierba, por lo que no es la primera vez que es el sacrificado en el calendario de las estrellas. El año pasado, tras el añadido de los Juegos Olímpicos, Alcaraz ya renunció a jugarlo. “Debido a la acumulación de partidos y al cansancio, no podré jugar en Montreal este año“, dijo en aquel entonces el español, que esta vez también mencionó la necesidad de descansar más: “Tras muchas semanas consecutivas de competición sin descanso, no podré jugar en Toronto este año. Tengo pequeños problemas musculares y necesito recuperarme física y mentalmente para lo que viene“, explicó esta vez Carlitos.

Djokovic, por ejemplo, no disputa el torneo Canuck desde 2018, siendo esta la sexta edición consecutiva a la que renuncia. Rafa Nadal no lo jugó en los cuatro últimos años de su carrera deportiva, mientras que Roger Federer tan solo lo hizo en dos ocasiones entre 2012 y 2021. Y eso que ahí se jugaba a una sola semana. De hecho, el de Canadá es el único Masters 1.000 en el que no figura un miembro del Big Three como el jugador más laureado de su historia, ya que los seis títulos de Ivan Lendl superan los cinco de Nadal y los cuatro de Djokovic (Murray ganó tres veces, y Federer dos). Ahoga cada vez más el calendario, los jugadores priorizan su salud y el descanso apropiado y, si nada cambia, estas espantadas dejarán de ser anomalías. Se antoja complicado, sobre todo en Canadá, ver de nuevo unos cuartos de final como aquellos de 2009, cuando otros tiempos corrían en el tenis.

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