Thiem renueva ilusiones
Thiem quiere ser capaz de “volver a ganar a cualquiera”. En marzo, regresó tras nueve meses apartado de las pistas. Ahora, mira a 2023 con optimismo.
“Tranquilo, las victorias también llegarán para ti”, le dijo Andy Murray a Dominic Thiem tras su partido en el Mutua Madrid Open de este año. En la red, con un abrazo sentido, empático. Los dos conocen la peor cara del tenis y los dos le han dado la espalda este año. Más o menos. Cada uno, a su ritmo. El británico ha alcanzado su mejor nivel desde que, en 2019, se llegara a plantear la retirada debido a sus problemas de cadera; el austriaco, por su parte, sigue en un continuo proceso de redención que, de menos a más, le ha permitido renovar ilusiones. En julio, lograba su primer triunfo ATP en 426 días; esta semana, en la World Tennis League, de la que se proclamó campeón con los Hawks, se mostró esperanzado de cara a 2023. “Tengo la sensación de que voy muy bien encaminado y de que las expectativas para 2023 están subiendo. A pesar de eso, va a ser complicado, ya que no seré cabeza de serie. Mi objetivo es ser capaz de volver a ganar a cualquiera, de llegar lejos en cada torneo”, decía. El aviso está lanzado.
Una muestra de confianza tras un camino espinoso. Antes de su primera victoria este año, Thiem encadenaba diez derrotas seguidas. No en cualquier momento, justo después de nueve meses apartado de las pistas por su lesión en la mano derecha. Cuando las alegrías eran una urgencia, los golpes parecían convertirse en rutina. “Tuve un período realmente difícil, con muchas derrotas, por lo que me parecía complicado cerrar el partido”, analizaba tras superar a Emil Ruusuvuori en Bastad, en su reencuentro con el triunfo. “Estaba feliz de que me diera el partido con una doble falta, realmente lo necesitaba”, bromeaba sobre el desenlace del duelo. La situación lo pedía. Estaba experimentando una situación desconocida desde Roma 2021, ante Marton Fucsovics. “Fue duro, pero también fue una muy buena experiencia, creo, para la vida en general y para todo mi tenis”, reflexionaba.
Desde entonces, a cuentagotas, las buenas noticias han ido llegando para el ganador del US Open en 2020. En julio, bajó hasta la 339ª posición del ranking; ahora, cierra el año rozando el top-100, como 102º. Un balance de 18 victorias y 16 derrotas con tres semifinales (Gstaad, Gijón y Amberes) y dos cuartos (Bastad y Kitzbuhel). “Eso espero”, respondía en conversación con este periódico, en Asturias, al ser preguntado sobre si se veía ganador en otro gran torneo. “Tengo la creencia de que puedo hacerlo. Si no, dejaría mi carrera. Estuve en la cima, entre los tres primeros del ranking. Y sí, tengo la sensación de que soy capaz de volver a luchar por los grandes títulos, por los Slams, y vencer a cualquiera. Si no, para mí no tendría sentido todo este trabajo duro”, añadía. Tras todo ese trabajo duro, meses de recuperación, readaptación y la decisión de coger ritmo en torneos Challenger, que no ha dejado de disputar a lo largo del año, con final en Rennes. Un campeón sabe lidiar con su orgullo.
Con fuerza hacia Australia
Próxima parada, Australia. En el Grand Slam oceánico, Thiem intentará dar continuidad a lo mostrado durante el tramo final de 2022. A su vez, tendrá la primera oportunidad de demostrar que es un jugador a tener en cuenta en los grandes escenarios. Tal y como anunció él mismo este diciembre, recibirá una wild card para estar presente en el torneo. A él, además, espera llegar mejor que nunca. “Está fresco, está listo, está en forma y no tiene dolor. Con otro gran bloque de entrenamiento en noviembre y diciembre, creo que estará a otro nivel en Australia. Tendrá pleno poder y será más fuerte y más rápido que nunca. Realmente, nunca ha hecho un programa de fuerza a nivel científico, así que hemos hecho mucho trabajo de fuerza para hacerlo mucho más explosivo”, decía Jez Green, preparador físico tanto del propio Thiem como de Murray, en octubre. En Australia, una amenaza capaz de ganar a los mejores Nadal o Djokovic puede estar presente de nuevo.