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“Tenía un aneurisma que no explotó... había un 5% incluso de morir en la operación”

El argentino Chela, que llegó a ser 15º del ranking mundial, recuerda al ‘Big Three’: “Federer, Nadal y Djokovic son superhéroes con diferentes poderes”.

El tenista argentino Juan Ignacio Chela, durante un partido
VALERY HACHE
Rafa Payá
Nació en Madrid (1976). Licenciado en Derecho con un master de postgrado en periodismo deportivo. Entró en AS en 2004 en Más Deporte para pasar a motor (15 años) y en 2020 regresó a poli donde hace atletismo, golf, deportes olímpicos... Ha cubierto deportes de motor (F-1, MotoGP, Fórmula E...), europeos y mundiales de atletismo, y eventos de golf.
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“Para mí, Roger (Federer) es el mejor de la historia. Yo lo viví en mis propias carnes, sólo le gané un set una vez en seis partidos... Djokovic y Nadal lo superaron en los números, con otras características, pero la facilidad, el talento y la clase de Federer creo que no la tiene ni la ha tenido nadie. Son tres superhéroes con diferentes poderes. En mi época, Sampras había ganado catorce Grand Slams y parecía imposible que alguien lo alcance. Y otras leyendas tenían, no sé, ocho, nueve, seis, siete... Estos tres pasaron los 20. Es una locura, pero si preguntas a ChatGPT por el tenista ideal te contesta Roger Federer”, explica el extenista Juan Ignacio Chela a ‘La Nación’.

“Tenía un aneurisma que no explotó... había un 5% incluso de morir en la operación”
Djokovic, Federer y Nadal.

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El exargentino, que llegó a ser número 15º del ranking mundial en 2004 y ganó seis torneos, recuerda también un momento clave en su vida cuando en 2021 sufrió un aneurisma cerebral sin ruptura, por lo que le colocaron dos stents. Así lo recuerda: “Estaba comiendo y tuve un dolor muy fuerte de cabeza y en el ojo, toda la parte izquierda. Justo me llegó un mensaje al móvil, pero lo veía mal. Dije: ‘Esto no es normal’. Me molestaba la luz y fui al médico. Me hicieron pruebas y me dijeron que tenía un aneurisma. Lo bueno fue que lo pudimos detectar antes y no llegó a romperse. Había riesgos, en torno a un 5% de que me afectara motrizmente, en el habla, en la memoria o incluso de que pudiera morir, pero me operé. Fue en el único momento de mi vida en el que estuve emocionalmente muy inestable. Tenía momentos que estaba bien, momentos que estaba muy mal, momentos de llorar, de decir: ‘Me voy a morir’... pero lo bueno es que, si la operación salía bien, estaba curado. Salió todo bien y ahora ya está solucionado el tema. Fue un gran susto”.

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