De jugar las finales de Wimbledon y Roland Garros a hacerse monja: “Dios tenía para mí otros planes”
Andrea Jaeger explicó los verdaderos motivos de su retirada y cómo enfocó ese dolor para ayudar a todos los niños del planeta a través de su fundación.
Hace ya 37 años que Andrea Jaeger anunció su retirada a la edad de 22, alegando problemas en su hombro, una noticia que conmocionó al mundo del deporte, ya que con apenas 16 años se había consagrado como número dos del mundo, jugando incluso finales de Roland Garros y Wimbledon antes de colgar la raqueta.
La retirada de la estadounidense sorprendió a propios y extraños. Desde entonces Andrea no ha parado de pelear por las buenas causas, creando e invirtiendo toda su fortuna en la Fundación Silver Lining, para luchar contra el cáncer infantil un año después de abandonar las pistas, fundación que cuenta con Madonna, Kevin Costner y John McEnroe entre sus adeptos. Andrea terminó poniéndose el hábito de monja de la Iglesia Anglicana-Dominicana en 2006: “En agosto de 2006, obtuve un título asociado en Capacitación Ministerial y Teología. Luego ingresé a un Programa de Hermandad Dominica con el objetivo de seguir ayudando a los niños del mundo. “Sabía que Dios tenía para mí otros planes distintos a ser la número uno del mundo”, añadió.
Andrea Jaeger ganó 20 títulos antes de dar un paso al lado por una lesión de hombro que la hizo pasar hasta siete veces por quirófano. Su estrella se apagó rápido, pero no por los problemas en la articulación, sino por los más de 30 abusos sexuales que sufrió por parte de una funcionaria de la WTA. La americana explicó para The Independent sus vivencias para evitar la repetición de este tipo de situaciones, aunque confiesa también que no quiere ser vista como “una víctima o un juguete roto”.
“Tuve al menos 30 incidentes con una miembro específico del personal, intentos físicos, todos en el vestuario muy, muy temprano en mi carrera. Esa empleada en particular del personal tuvo un gran problema para mantener sus manos quietas. Evitaba quedarme sola en las salas de entrenamiento porque allí también se me acercaba y me manoseaba”. Jaeger dio detalles hasta de una citación en particular: “Cuando llegamos, ella me acompañó hasta la puerta y probó algo conmigo. Estaba tratando de besarme. Estaba tan mal que subí las escaleras de casa tratando de no vomitar para que mi papá no me viera”.
Andrea intentó defenderse y alertar a las autoridades de la WTA, pero recibió amenazas en varias ocasiones: “Me dijeron: ‘si dices una palabra más sobre esto, nos aseguraremos de que la beca de tu hermana en Stanford sea retirada’”.
La estadounidense pretende dar visibilidad a este tipo de situaciones y tratar de ayudar a los menores que puedan estar en situaciones parecidas: “Si un niño se enfrenta a situaciones similares, también puede quedarse callado cuando se siente amenazado. No quiero permitir que sufra más daño”.
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