Año de Nadal para el recuerdo
A pesar de un tramo final de año lastrado por las lesiones, Nadal firmó una temporada memorable: alcanzó la cima de Grand Slams con 22 trofeos, vuelta al número dos, 20 victorias consecutivas...
En algunos casos, la memoria es frágil, fugaz, efímera. Es entonces cuando conviene recordar la realidad, porque en el caso de Rafa Nadal, su final de curso 2022 ha dejado un regusto de lo más amargo por culpa de las malditas lesiones, esas que le han perseguido durante toda su trayectoria profesional. Sin embargo, el resto de su año ha traídos muchísimas alegrías, algunas que, incluso, no había podido experimentar en otros tramos de su carrera donde el físico le acompañó. Es lo que tiene la voluntad del balear, que es inquebrantable.
Y es que el manacorí inició la presente temporada como un auténtico tiro, lo que le valió para encadenar hasta 20 victorias de forma consecutiva, o lo que es lo mismo, su mejor inicio de campaña de siempre. Ese imperial comienzo le otorgó los títulos de Melbourne (250), Acapulco (500) y, entre medias, el más especial de todos, un torneo que se había convertido en un imposible desde que alzase el título en 2009 en aquella mítica final donde hizo llorar a Roger Federer: el Open de Australia. En una final increíble ante Daniil Medvedev, remontó dos sets adversos, doblegando incluso a una Inteligencia Artificial que le daba mínimas opciones de éxito en aquel momento, para romper el maleficio que le había privado del título en 2012 (Djokovic), 2014 (lesionado ante Wawrinka), 2017 (Federer) y 2019 (de nuevo Djokovic). Australia le debía una y, de paso, le sirvió para deshacer el histórico empate con el serbio y el suizo por la hegemonía de los Grand Slams (también se unió a Djokovic como los únicos tenistas en la historia que han triunfado un mínimo de dos ocasiones en cada major). Y no sería el último...
Todo ello a pesar de las dudas, porque las lesiones volvieron a frenar su meteórica progresión. Otra vez. En la final de Indian Wells, Taylor Fritz se interpuso en su camino ante un Nadal mermado por una fisura de costilla. Parón de casi dos meses, vuelta a empezar... Y llegó la gira tierra, ese bendito polvo de ladrillo que históricamente ha sido un salvavidas para el balear, pero no de la mejor forma posible. Alcaraz, ya en modo super saiyan en aquel entonces tras reinar en el Masters 1000 de Miami, se cruzó en su camino en Madrid para, a la postre, proclamarse campeón. La prematura eliminación en Roma ante Shapovalov no hacía presagiar un final feliz en París, pero... c’est la vie. En su patio de recreo particular, Nadal alargó su imperio en Roland Garros por 14ª ocasión y elevó su leyenda a lo más alto con 22 títulos de Grand Slam. De poco importa su última lesión en Wimbledon (no disputó las semifinales ante Kyrgios) y una inactividad por paternidad por la que llegó faltó de ritmo a las ATP Finals.
“No tengo sueños, porque no puedo pedir más. En 2022 he tenido seis meses difíciles, pero también dos títulos de Grand Slam para acabar en un puesto alto del ranking. No me puedo quejar porque, a mi edad, poder obtener éxitos y ser competitivo significa mucho para mí”, explicó Nadal en su despedida en Turín tras ganar a Ruud, antes de valorar lo que puede depararle el próximo año: “¿2023? Sólo intentar tener la preparación adecuada, trabajar bien y elevar el nivel para ser competitivo desde el inicio”. Ese comienzo pasa por disputar la United Cup de ATP y WTA, competición mixta por países en la que Rafa formará dupla con Paula Badosa, del 29 de diciembre al 8 de enero: “Mi vida cambió un poco (por la paternidad). Necesito revisar todo. Espero jugar la United Cup, esa es la idea, si nada sale mal”. Pase lo que pase, el 2022 de Nadal ya es eterno.