Alcaraz no tiene límites
El prodigio español arrasa a Gael Monfils (7-5, 6-1), supera su mejor registro en un Masters 1000 y se enfrentará a Cameron Norrie en cuartos de Indian Wells.
Parece inevitable. Es eso que sabes que va a suceder, pero que no puedes parar. Es la sensación que Carlos Alcaraz transmite sobre la pista, tanto a los espectadores como a los rivales. Gael Monfils (28º del mundo), ducho en la escuela del tenis (35 años), ya no tiene dudas. Su sonrisa en los últimos juegos, mirando a su equipo de forma incrédula, le delataba. Llegaba de eliminar a Daniil Medvedev, bajándole del número uno, y no pudo ni cosquillear a Charly. Ni con una de las derechas más rápidas de la historia: 199 km/h para cerrar el primer juego. Una mera anécdota, embotellada y perdida en un mar de talento. 7-5 y 6-1 en 1h17 con un mensaje claro: Alcaraz no está en Indian Wells para ilusionar ni para progresar, está para ganar. Lo quiere todo y se siente preparado. Cameron Norrie, el siguiente escalón a subir, en cuartos de final, antes de unas semifinales en las que se podría cruzar con Rafa Nadal, si el balear supera a Nick Kyrgios. La historia insiste en entrelazarles. También parece inevitable.
Tener a Monfils delante es como un crucigrama. Un acertijo andante, pero con una derecha tremenda y un físico privilegiado. Tras los puntos, a veces, reposa sus manos sobre las rodillas, mandando señales equívocas de cansancio. Otras, abre los brazos para ganarse los jaleos del público. En ocasiones, incluso, parece que el resultado no va con él, como si todo fuera un juego, pero se deja el aliento en cada una de sus largas zancadas (192 cm). Gael es un tenista complejo y Alcaraz lo resolvió en un santiamén. Palabra a palabra, incógnita a incógnita. Necesitó un primer set para estudiarlo y medio del otro para sacar matrícula de honor.
Para los jugadores españoles, la cosa iba de cañonazos. Nadal, frente a Opelka, retrocediendo a varios metros de su línea en los saques contrarios, se adaptó a la situación; Alcaraz, con el ímpetu de la juventud, le quiso hacer frente de forma directa. Derechazo va, derechazo viene. Pero con trampa. Ahí se quedó Monfils. El prodigio de El Palmar fue mucho más allá. Su repertorio es amplísimo, es el de los más grandes, y lo demostró en los momentos claves, con dos dejadas preciosas para cerrar el primer set e iniciar el segundo con un break. Costó romper a Monfils, pero fue sencillo hacerlo añicos. Como el diamante más duro: si se rompe, es en mil pedazos. A la tercera, para el 6-5, fue la vencida y el resto fue rodar con pendiente a favor.
En la cartilla, números que ratifican las sensaciones: 87% de los puntos ganados con el primer servicio, 77% con el segundo, ninguna bola de break en contra y siete, con tres aprovechadas, a favor, 24 winners por 10, 10 errores no forzados por 20... Una exhibición. Una precocidad hambrienta. Tras ganar su primer ATP 500, en Río, Alcaraz se convirtió en el jugador más joven en irrumpir en el Top 20 mundial desde 1993. Ahora, también es el tenista que más prisa se ha dado por llegar a unos cuartos de final de Indian Wells desde 1989. Una constante. Es su mejor registro en un Masters 1000, pero durará poco. Su récord de victorias es de 11-1 en 2022. 16-1 desde que deslumbrara al mundo barriendo a Sebastian Korda en las NextGen ATP Finals. "Quiero acabar 2022 entre los 15 mejores", decía antes de empezarlo. En marzo, ya lo ha conseguido. O, como casi todo con él, parece inevitable.