Las comparaciones son odiosas, sí, pero es que Carlos Alcaraz cada vez hace más complicado el evitar establecer similitudes entre él y el hombre al que muchos creen que está destinado a suceder, Rafa Nadal. Este domingo, en Umag (Croacia), el murciano conquistó su primer título ATP con 18 años y 2 meses, la misma edad (con una diferencia de ocho días) a la que el genio de Manacor estrenó su cuenta allá por 2004 en Sopot. Es el quinto más joven en alzar un entorchado desde la creación del circuito ATP en 1990. El damnificado fue Richard Gasquet, francés de 35 años y 59 del ranking que cedió en una hora y 17 minutos por un doble 6-2 y quizá pueda haber perdido la última oportunidad de ampliar su palmarés.

Era la tercera final de la historia del tour con mayor diferencia de edad entre los contendientes y la brecha generacional se notó desde el principio. Alguien tenía más hambre y más piernas y ese era Alcaraz, al que unas molestias en su brazo derecho y el consiguiente vendaje no le han restado un ápice de potencia estos días. El primer set fue prácticamente calcado al del sábado en la semifinal contra Ramos: rotura tempranera, ni una concesión al servicio y un nuevo quiebre para acabar sentenciándolo por 6-2 en 37 minutos.

A Gasquet solo le funcionaba, y de vez en cuando, el saque y volea, recurso muy explotado por veteranos como él y grandes sacadores; Alcaraz, en cambio, enseñaba todo el repertorio, con buenos porcentajes al servicio (64% de primeros y 71% de puntos ganados con ellos en la manga inicial) y su derecha escupiendo fuego. No fue tanto que el de Béziers, un jugador de demostrada solvencia en tierra, no diera la talla como que su rival no le dejó entrar en el partido. Cuando parecía que despertaba, en el amanecer del segundo set, recibió otro zarpazo al resto de Carlos: 3-1. Ahí se acabó la final. Acto seguido sufrió un nuevo quiebre y su lenguaje corporal terminó de virar hacia la resignación. Apocado, entregó el parcial y el trofeo con un nuevo 6-2.

Así, Alcaraz se convirtió en heredero en el palmarés de Umag de grandes nombres del tenis nacional: Moyá, que ganó allí cinco veces, y Berasategui, Mantilla, Ferrero, Robredo y Verdasco, una cada uno. Pero la estela que persigue realmente es otra. Ya fue el más joven en entrar entre los 75 primeros del ranking desde Nadal en 2003; el más joven en alcanzar la tercera ronda de un Grand Slam (este año en Roland Garros) desde Rafa en Australia en 2004; el semifinalista español en un torneo ATP más joven desde el balear en Auckland en 2004; el español más joven en ganar un partido ATP desde Nadal en Mallorca en 2002. Las odiosas, pero hasta ahora certeras, comparaciones.

Si su maltrecho brazo no lo impide, el diamante de El Palmar volverá a la carga esta semana en Kitzbuhel (Austria). Lo hará ya como la 54ª raqueta del mundo (llegó a Umag como la 73ª) y el décimo cabeza de serie del cuadro. "No es fácil hacer un torneo como este ahora, con el virus. Quiero dar las gracias a toda la organización. Es increíble todo esto. Nunca olvidaré este día", afirmó aún sobre la tierra batida de Umag. Después tuvo palabras cariñosas para su cuerpo técnico, encabezado por Juan Carlos Ferrero, y sus seguidores.  "El futuro es suyo", declaró Gasquet. Y es que está rompiendo el cascarón a puñetazos.