El 8 de marzo de 2021 será un día señalado en la historia del tenis femenino español por el triunfo de dos jugadoras de la Armada, Garbiñe Muguruza y Sara Sorribes. La primera abrió la veda en Dubái con su octavo título, ganado a pulso y con paciencia en la final contra la checa Krejcikova. Y la segunda culminó la jornada en Guadalajara (México) al levantar con 24 años el primer trofeo de su carrera en un duelo no menos trabajado y meritorio contra la canadiense Eugenie Bouchard, una jugadora irregular, pero con voluntad de volver por sus fueros y una calidad que mantiene y que le llevó a ser finalista de Wimbledon y número cinco del mundo en 2014. Premio a la profesionalidad y la ética de trabajo intachable de la castellonense, que venció por 6-2 y 7-5 en 1h:55. “Si ayer no me lo creía, menos me lo creo hoy. Estoy muy feliz de haber jugado tan bien y haber conseguido la victoria”, dijo en la entrega de trofeos antes de acordarse de toda la gente que le apoya: “Doy las gracias a mi madre, que me ha hecho de entrenadora, pero antes de madre. No tengo palabras, tengo la piel de gallina, doy las gracias a mi equipo, a Silvia, paco, José, mi padre, mi hermano, mi novio…”.

El de Sorribes, a quien entrena la exjugadora Silvia Soler aunque esta vez le acompañó su madre, es el primer éxito de una española al margen de Muguruza y Carla Suárez desde el campeonato que logró Lara Arruabarrena en Seúl el 19 de septiembre de 2016. También es la primera vez que dos jugadoras nacionales ganan un torneo en un mismo día desde que lo hicieron Anabel Medina en Palermo y María José Martínez en Bad Gastein el 17 de julio de 2011. En aquella ocasión también triunfó Juan Carlos Ferrero en Stuttgart. El valenciano se impuso a Pablo Andújar. Y en Bastad, David Ferrer perdió la final contra Soderling. Algo parecido habría pasado este sábado de haber superado Roberto Bautista a Basilashvili en Doha.

El último partido del Abierto Zapopan, un WTA 250, contrapuso do estilos totalmente diferentes, el de pegada de Bouchard y el de consistencia y variedad de Sorribes, que fue quien lo impuso completamente en el primer set. Ante las prisas y la ansiedad de la mediática jugadora de Montreal, Sara ofreció su táctica inteligente de reveses cortados, cambios de alturas, habilidad de doblista en la red y grandes defensas. Así frenó el ímpetu arrollador de Genie y logró sacarla de quicio a fuerza de salvar puntos de quiebre (siete en el parcial), hasta el punto de romper la raqueta contra el suelo.

Gran sprint final

La segunda manga fue mucho más sufrida para Sorribes, pese a que fue la primera que rompió el saque de su oponente. Un carrusel de breaks llevó la manga a un 5-3 para Bouchard, en sus mejores momentos de tenis, valiente y más acertada. Pero quien mejor manejó la presión a partir de ahí fue la de Castellón, que disputaba su primera final WTA ante una rival de 27 años que ya había estado en siete y ganado una (Nuremberg 2014). Ganó cuatro juegos seguidos y como consecuencia, el partido. Lo cerró con un remate en la red. Enorme. Se lo merecía y disfrutó, además, del aplauso del público. A falta de Carla, ya hay alguien más aparte de Muguruza para defender el pabellón de la Armada femenina, sin olvidar a una Paula Badosa cada vez más entonada ni los esfuerzos de Aliona Bolsova y Georgina García. Sara, desde este lunes número 57 del ranking femenino (su tope), jugará esta semana en el Abierto GNP seguros de Monterrey, también en México, donde debutará ante una rival de la previa. 

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