Djokovic somete a Medvedev para ganar su 18º Grand Slam
Demostración de fuerza del serbio ante el ruso, que naufraga en su intento de derribar la barrera del Big Three. Djokovic, a dos títulos de Federer y Nadal.
“Se habla mucho de que las nuevas generaciones se van a deshacer de nosotros tres. Con mi respeto a todos esos muchachos, todavía tienen mucho trabajo por hacer. No voy a entregarme. Haré que muevan el culo”. Lo advirtió Novak Djokovic después de saber que Tsitsipas había dicho que sería bueno para el tenis un triunfo de Daniil Medvedev en la final del Open de Australia y que el ruso le había pasado la presión a él: “Tiene más que perder en esa carrera por los Grand Slam con Federer y Nadal”. No iba de farol el serbio con su bravuconada. Ni mucho menos. En el momento de la verdad, en una situación que ha vivido decenas de veces, Djokovic se agigantó y no falló. Titánico, dio un golpe encima de la mesa, ofreció una demostración de fuerza en su nombre y en el del Big Three para ganar por 7-5, 6-2 y 6-2 en una hora y 52 minutos su 82º título, noveno en Melbourne y 18º en majors. Así apretó la carrera por la supremacía histórica: está a dos del suizo y el balear.
Sobre el papel, Medvedev era el jugador más en forma del circuito, con una racha de 20 victorias consecutivas y de 11 contra tenistas top-10. Pero esta vez naufragó con estrépito. En gran parte porque Djokovic le dio un baño táctico que le sacó de sus casillas, aunque también por sus errores y por una manera de jugar precipitada que no debería permitirse a estas alturas de su carrera. Al moscovita le faltó la pausa que sí tuvo el balcánico, un saber estar que ya se le debería exigir con 25 años y tras haber estado a punto de sorprender a Nadal hace dos en la final del US Open.
No era tarea fácil, porque entre los dos astros, que seguirán siendo número uno y dos del mundo, han ganado 10 de los últimos 11 Grand Slams (desde Roland Garros 2018). Djokovic ‘tripite’ éxito en Australia por segunda vez en su carrera (ya lo hizo entre 2011 y 2013) y continúa sin fallar en las finales que disputa en la Rod Laver Arena: 9 de 9. Ya tiene la segunda mejor marca de títulos en un mismo Grand Slam, detrás de los 13 de Rafa en París y por delante de los ocho de Federer en Wimbledon.
Superior y paciente
El partido decepcionó. Se esperaba una final más competida y lo fue sólo durante el primer set. Ahí Medvedev supo responder al 3-0 de salida que le endosó Djokovic y llevarle al límite, aunque un par de errores de bulto en el duodécimo juego le dejaron a media remontada. La segunda manga empezó bien para el ruso, con un break que no le duró mucho, puesto que Nole lo igualó de inmediato y a partir de ahí se adueñó del choque. Su rival erró con su mejor arma, el revés, no respondió bien con los golpes en carrera desde la derecha y no supo leer los siempre afilados restos del campeón. Enrabietado, rompió la raqueta y acertó a canalizar esa furia para intentar evitar lo que fue un auténtico repaso, sobre todo en el tercer parcial. "Espero hablar mejor de lo que he competido. Siento no haber podido dar un buen espectáculo", dijo Daniil en la entrega de trofeos. Y no le faltaba razón.
Djokovic, que no lo había tenido fácil durante el torneo, con amago de retirada incluido en tercera ronda contra Fritz por sus molestias abdominales, y partidos duros frente a Tiafoe, Raonic y Zverev, lo hizo todo bien en el día más señalado. El saque, su mejor virtud en este Open de Australia, no defraudó. Con el revés marcó el ritmo y la derecha le corrió de lo lindo. No abusó de las dejadas y tuvo una paz de espíritu inquebrantable, la que le faltó hace unos meses en el US Open. Ahí sigue, en lo más alto del ranking y de nuevo más cerca de sus íntimos enemigos y a la vez compadres del Big Three. Continúa la batalla.