Paliza al viento de Nadal, que se mete en cuartos por 14ª vez
Nadal no se apiadó del estadounidense de 20 años y 213º del mundo Korda, que le idolatra, en un día de condiciones incómodas en la Chatrier. En cuartos, Sinner.
El sol lució a ratos a mediodía de este domingo en la Philippe Chatrier de Roland Garros, pero la sensación en la pista no fue demasiado agradable por el frío (sobre 12 grados) y el viento (24 km/h). Así, con cierta incomodidad, jugó Rafa Nadal su partido de octavos de final contra el joven estadounidense de 20 años y 213º del mundo Sebastian Korda, el hijo de Petr ‘Pájaro Loco’ Korda. Y lo ganó con una de esas palizas en tierra batida a las que nos tiene acostumbrados a lo largo de sus 19 años de trayectoria profesional: 6-1, 6-1 y 6-2 en 1h:55.
De esta manera tan contundente, aunque sin demasiado brillo, el balear se clasificó por 14ª vez para los cuartos de final del torneo, más que nadie. Serán los 42º que juega en Grand Slams (supera en la tercera plaza histórica a Jimmy Connors (41), por detrás de Federer (57) y Djokovic (46)) y en ellos se enfrentará al italiano Jannik Sinner, que sorprendió al alemán Alexander Zverev (6-3, 6-3, 4-6 y 6-3). Una vez más, y ya van 18 desde 2007, Nadal se deshizo de un rival menor de 21 años en un major. Sólo le han ganado con esa edad o menos siendo él igual o mayor, Juan Martín del Potro, en el US Open de 2009, y Nick Kyrgios, en Wimbledon 2015. Su récord contra NextGen en los últimos 13 cursos es ahora 18-2.
No estaba el día para florituras en París. El viento provocaba un sonido inhóspito en las estructuras del estadio, como de película del Oeste, con un eco acentuado por la escasez de público. No llegaron a mil los espectadores que presenciaron el encuentro por el protocolo anti-COVID. La arcilla revoloteaba en la cancha y llegaba hasta las gradas, incluso a sus partes más altas (lo certifica un servidor). Así no era fácil que en el juego hubiera ritmo y peloteos largos e interesantes. En esas circunstancias, Nadal hizo lo justo para sacar adelante el partido con solvencia y tranquilidad. El primer juego le costó negociarlo tras salvar dos bolas de quiebre, aunque no volvió a sufrir hasta el inicio del tercer set, cuando Korda le rompió el servicio. Por lo demás, la victoria era cuestión de dejar que cayeran uno tras otro los fallos del americano (48 en total), aún muy verde y quizás deslumbrado por la admiración que siente por Rafa, su “mayor ídolo” y cuyo nombre le puso a uno de sus gatos. La derecha, eso sí, le corre bien cuando puede echarse encima de la bola. Un buen punto de partida para prosperar.
Nada destacó especialmente en el partido del número dos del mundo, si acaso el buen trato de la pelota y la movilidad, y aun así venció con una facilidad pasmosa como quiso y cuando quiso. Aunque no es probable que este partido le sirva de mucho para saber cómo estará realmente cuando en su apacible camino lleguen las primeras curvas.