Thiem jugará contra Djokovic su tercera final de Grand Slam
Dominic Thiem ganó a Alexander Zverev en cuatro sets y es el 53º finalista del Open de Australia. Se enfrentará el domingo (09:30, Eurosport) a Novak Djokovic.
Dominic Thiem vuelve a llamar a la puerta de la gloria. El austriaco ganó este viernes a Alexander Zverev en las semifinales del Open de Australia y el domingo (09:30, Eurosport) jugará contra Novak Djokovic su tercera final de Grand Slam (perdió contra Nadal las de Roland Garros 2018 y 2019), en busca de su primer título en la máxima categoría de torneos del tenis. Venía de eliminar a Rafa Nadal en cuartos, en un partido épico que resolvió en tres desempates. Contra el alemán ganó otros dos y se apuntó la victoria en un partido duro y espectacular, jugado de poder a poder, que tuvo muchas vicisitudes y duró tres horas y 42 minutos, y terminó con el siguiente marcador: 4-6, 6-4, 7-6 (3) y 7-6 (4). Es el 53º finalista diferente del torneo en la Era Open (desde 1969), el octavo en activo que alcanza esta ronda después de Djokovic, Federer, Murray, Nadal, Cilic, Tsonga y Wawrinka.
Thiem (26 años y 152) es el finalista más joven en Melbourne desde Djokovic (25 y 250 días) en 2013. Y el primer austriaco que atesora semejante éxito. Enfrente tuvo a un Zverev bravo y centrado, que protagonizó el mejor punto del duelo, un contraremate increíble como respuesta a otra que le había tirado Dom. Ambos se habían enfrentado ocho veces, con balance favorable por 6-2 al austriaco, que había ganado los dos duelos en majors (Roland Garros 2016 y 2018) y dominaba por 2-1 en pista dura. "Ha sido un partido duro e igualado. Estar en la final es irreal", el dijo a McEnroe en la pista, mientras su entrenador, el chileno Nicolás Massu, le miraba emocionado desde el box de su equipo.
El partido se jugó con el techo prácticamente cerrado por el fuerte calor que hacía en la ciudad, con temperaturas sobre los 40 grados. Por el hueco que quedaba, se coló el agua de una breve tormenta y hubo que parar el juego durante unos minutos para secar las líneas de saque. Más tarde, el problema fue un foco que se fundió y que provocó otro parón indeseado. Thiem lo pasó mal con tanto trajín, visitó un par de veces los vestuarios e incluso le dijo a su equipo que tenía ganas de vomitar, pero aún así supo lucir de nuevo las virtudes de su juego, su potencia de golpeo descomunal y ese espíritu de lucha que se compara ya con el de Nadal.
Zverev, que se va de un grande por fin con la cabeza bien ( "Sascha no tardará en llegar a una final como esta", le dijo Thiem), lo intentó y de hecho se adelantó en un primer set magnífico, atacó igual que su rival y sumó menos errores no forzados que él. Los números de los dos fueron muy parejos, incluso mejores los del teutón, que quizá subió demasiado y con un porcentaje de éxito menor. Pero la suerte y la pericia volvieron a acompañar a Thiem en los desempates, si bien es verdad que pudo cerrar antes las dos últimas mangas. Había perdido dos tie-breaks antes de jugar contra Nadal, pero desde entonces lleva cinco ganados. En la final contra Djokovic, a quien ya supo ganar en su momento, necesitará toda la fortuna y la habilidad del mundo para intentar ser por primera vez campeón de un Grand Slam.