Medvedev explota con el primer Masters 1.000 de su carrera
El ruso Daniil Medvedev venció al belga David Goffin en su tercera final consecutiva en otras tantas semanas. Es el líder del año en finales (6) y en victorias (44).
A la tercera fue la vencida. Daniil Medvedev levantó un título después de quedarse a las puertas en Washington (cayó ante Kyrgios) y Montreal (perdió contra Nadal) las dos semanas anteriores. El ruso, líder del año victorias (44)y en finales (seis), ganó en la de Cincinnati a David Goffin por 7-6 (3) y 6-4 en una hora y 39 minutos. Así alzó el trofeo más importante de su carrera; el primero en un Masters 1.000, que se une a los otros cuatro menores que había conseguido hasta ahora (un ATP 500 (Tokio) y tres ATP 250 (Sofía, Winston Salem y Sídney)).
Medvedev es uno de los tenistas más en forma del circuito, por no decir el mejor por respeto a lo que han conseguido hasta ahora Djokovic y Nadal, dos rivales recientes del moscovita, que precisamente eliminó al serbio en semifinales ("Es uno de los mejores del mundo", dijo de él Novak) para plantarse en el último encuentro del Western & Southern Open. Con su triunfo, se convierte en el más joven (23 años) en ganar el torneo desde Andy Murray (21 en 2008). También sube al quinto puesto del ranking, el más alto de su carrera.
Medvedev estuvo brillante al servicio, con siete juegos ganados en blanco, un 90% de puntos conseguidos con primeros y un 63% con segundos, más 10 aces, tres de ellos para levantar un 15-40 en contra y cerrar el triunfo. En Daniil hay una mezcla más que interesante de fuerza (21 golpes ganadores), paciencia y seguridad (14 errores no forzados), y un sentido táctico que hace de él un rival muy difícil de batir, que a poco que se lo crea conseguirá objetivos aún más grandes. En el primer set se adelantó con un quiebre para el 3-1 y aunque luego cedió su servicio por primera y única vez, en el desempate estuvo más acertado.
En la segunda manga le bastó con una rotura para el 1-0 y saque, y no dio opción después a Goffin para que remontara, excepto en ese final de partido en el que los nervios le jugaron a Medvedev una mala pasada. Sentir la cercanía de un éxito que le había sido esquivo los dos domingos anteriores le puso nervioso, pero tras lanzar la raqueta contra la pista por pura rabia, colocó un servicio que no pudo restar bien el belga y luego esos tres aces que no olvidará fácilmente.