'SuperNadal' anula a Federer y está a un paso de la Duodécima
Nadal dominó mejor el viento para ganar en tres sets a Federer y jugará su 12ª final ante Djokovic o Thiem. Nunca ha perdido una en Roland Garros.
La portada de AS planteó este viernes el partidazo de semifinales de Roland Garros entre Rafa Nadal y Roger Federer como un “duelo para superhéroes”. Y el español fue más super que el suizo en un encuentro bello y emocionante, que no deslució ni el frío, ni el viento ni la amenaza de lluvia, y que tuvo como único pero su duración, sólo tres sets y 2h:25: 6-3, 6-4 y 6-2. Nadal anuló a Federer para ganarle cinco años después de su última victoria (Australia 2014), mantenerse invicto contra él en el Grand Slam francés (6-0) y, lo que es más importante, ponerse a un paso de la Duodécima en su torneo favorito. El español jugará la final este domingo (15:00) contra Djokovic o Thiem después de protagonizar una exhibición memorable, sobre todo con el revés cruzado, y de superar en casi todo al suizo: hizo más golpes ganadores que el más agresivo de los grandes jugadores (33-25), cometió menos errores (19-34) y sacó mejor que un magnífico servidor (81% de acierto con primeros). Dominó mejor el viento, un factor importante, y desmontó el tenis de clase de Federer con su propuesta, igualmente impresionante, de potencia y precisión. Un golpe de efecto que puede tener consecuencias en la historia del tenis, porque el líder de títulos de Grand Slam (20) no sumará otro este año en París y su más inmediato perseguidor (17) puede quedarse a dos.
Nadal dijo hace unos días que su primer set contra Goffin había sido fantástico. Ante Federer, el rival de rivales, lo superó con creces por dificultad y condiciones adversas. El balear ganó la batalla táctica y mental, la guerra de nervios en medio de una tensión que todo el mundo pudo sentir en la pista. El helvético comenzó fiel a su estilo, tratando de acortar los puntos y con algún que otro saque-red. Pero vio cómo su mayor enemigo le rompía el servicio en la primera oportunidad y luego salvaba tres puntos de rotura. Con bolas altas y buscando el revés con insistencia, Rafa hizo correr mucho a Roger, y el saque le rescató en los momentos de dificultad. Cuando peor lo tenía, Federer recuperó la desventaja con raza (2-3), pero acto seguido cedió de nuevo su turno. Sumó casi el doble de errores no forzados que su oponente en la primera manga (17-10). En unos minutos sublimes de juego, Nadal ya no desaprovechó la ventaja y cerró el parcial, tras 53 minutos de gloria tenística, con un pase de revés cruzado magistral, que hizo que la bola besara la línea. A Federer le pudo el miedo a ser superado en la red y no subió en algunas ocasiones que parecían propicias. El partido marchaba precioso, emocionante.
Valle en el segundo set
El viento frenó la posibilidad de lluvia, pero provocó molestas tormentas de arena en la cancha. El sol se abrió paso con timidez, a ratos, mientras el ritmo decrecía. Era difícil que ambos soportaran tanto frenesí. Pero la calidad se mantuvo. Federer empezó sacando en el segundo set y fue el primero en atacar con un break para el 2-0 que tampoco pudo consolidar después con el vendaval a favor. Federer golpeaba con clase e intención, pero Nadal le contestaba con unas defensas extraordinarias y contraatacando con furia. La contienda había entrado en un periodo de relativa tregua hasta que con 4-4, Nadal inclinó la balanza a su favor con una estocada mortal para su cuarta rotura tras levantar un 40-0 con el aire esta vez de su lado.
La montaña ya era muy alta para el ganador de 20 Grand Slams con dos sets en contra y 1h:46 de exigente encuentro. Sólo le había levantado una vez un 0-2 al manacorí, en Miami 2005. Y se descosió en un último parcial con un resultado quizá demasiado severo para él, pero Nadal no podía relajarse ni un minuto y no le concedió respiro. Con el sol ya brillando de pleno en la pista, recargó su energía y se distanció inexorablemente para certificar la histórica revancha (el balance ahora es 24-15, 14-2 en arcilla) ante un contrario ya impaciente y vencido, animado por los gritos desde la grada (“Roger, Roger, Roger”), que no pudieron impedir su caída, quien sabe si definitiva o sólo temporal.
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