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ROLAND GARROS

La Chatrier cambia y Nadal sigue ganando: paliza a Hanfmann

En la reformada pista donde solo ha perdido dos veces, Rafa Nadal superó sin problemas al alemán Yannick Hafmann y se enfrentará en segunda ronda a Maden (29 años y 114º).

Madrid
La Chatrier cambia y Nadal sigue ganando: paliza a Hanfmann
THOMAS SAMSONAFP

La reforma de la pista central de Roland Garros, la Philippe Chatrier, no ha afectado para nada a Rafa Nadal, tan cómodo como siempre en el lugar más especial para él, donde solo ha perdido dos partidos (Soderling en 2009 y Djokovic en 2015) y ha levantado 11 veces la Copa de los Mosqueteros que recibe cada año el campeón. El balear inició este lunes el camino hacia la Duodécima, que sería la tercera consecutiva en su actual racha, con un triunfo aplastante ante el desconocido alemán de 27 años y 184º del mundo, Yannick Hanfmann: 6-2, 6-1 y 6-3 en 1h:57. En la segunda ronda se enfrentará a otro teutón de la previa, Yannick Maden (29 y 114º), que venció el belga Kimmer Copejans (7-6 (0), 7-5 y 6-3). 

De menos a más, Nadal demostró que ha llegado preparado y con la confianza recargada tras vencer en Roma. Todos sus mecanismos funcionaron bien. Salvo en un extraño primer juego que tardó casi 10 minutos en ganar, sacó bien (82% de puntos ganados con un 69% primeros), el drive le corrió profundo y distribuyó el juego a su antojo con el revés cruzado. En la red mejoró con el paso de los minutos y cometió sólo 16 errores no forzados, más de la mitad que su rival (34). Un partido muy completo, sin grandes alardes, pero bien jugado.

Vestido con una camiseta amarilla fosforito y pantalón gris, ambas prendas de corte sencillo, Nadal se movió ágil por su pista fetiche, que ha ganado 614 asientos (ahora tiene 15.525 acolchados de madera beis) y es ahora más espaciosa y cómoda para los espectadores "Es muy bonita", dijo tras el partido, aunque la arcilla le traicionó en un lance del segundo set cuando al ejecutar una contradejada tuvo un resbalón sin consecuencias. El caso es que Hanfmann, tenista alto (1,93) pero con buena movilidad, tenía pocos argumentos para inquietarle. Lo intentó con cierto descaro de salida, pero pronto se dio de bruces con la realidad de que el mallorquín es prácticamente imbatible a cinco sets en tierra (112-2), particularmente en Roland Garros (87-2).