Gigante Nadal: borra a Tsitsipas y jugará su 5ª final en Australia
Rafa Nadal ganó a Stefanos Tsitsipas y ya suma 25 finales de Grand Slam. Peleará por su segundo título en Melbourne con Djokovic o Pouille sin ceder un set por primera vez.
Con Nadal casi nunca se puede articular la frase "contra todo pronóstico", pero lo que ha hecho este jueves el balear no deja de ser impresionante por mucho que se haya repetido a lo largo de su carrera. Llegaba al Abierto de Australia sin haber jugado un partido oficial desde el 7 de septiembre, cuando se retiró en las semifinales contra Del Potro por una lesión en la rodilla derecha. Después tuvo problemas en los abdominales, que ahora se han reproducido, y aprovechó para pasar por el quirófano y que le extrajeran un cuerpo extraño del tobillo derecho. Con todo eso llegó a Melbourne y se ha plantado en la final sin perder ni un solo set por primera vez y con una media en pista de menos de dos horas por encuentro. Stefanos Tsitsipas, que había eliminado a Federer y al mejor Bautista que se recuerda, no ha podido hacer nada ante el poderío de Nadal, que le ha barrido pese a que tiene 12 años y 70 días más que el griego: 6-2, 6-4 y 6-0 en 1h:46.
Gigante Nadal: borra a Tsitsipas y jugará su 5ª final en Australia
Es la quinta vez que el español llega a la final en Australia y empata en la lista histórica con Edberg y Murray, a una de Djokovic y a dos de Federer. Entre los cuatro Grand Slams ya ha alcanzado 25, a cinco ahora del suizo, líder absoluto de la Era Open. Espera rival: Djokovic o Pouille, que juegan este viernes, para el duelo por el título que se disputará el domingo a las 09:30 hora española. Está a un triunfo de volver a ganar diez años después y por segunda ocasión un torneo que adora y que se le escapó por poco hace dos cursos, cuando tuvo a Federer contra las cuerdas y el helvético remontó en el quinto set.
El calor (39 grados al inicio) no hizo que se jugara a cubierto como las semifinales femeninas, un alivio para Nadal, que arrancó raro. La congoja por esas molestias abdominales (otra vez se puso un tape terapéutico en el lado derecho) pasó por la mente de más de uno. Pero las malas sensaciones, con bolas que no corrían como otros días y se quedaban a mitad de pista, duraron un juego y medio. Desde el 30-30 del segundo todo cambió. El de Manacor comenzó a golpear de nuevo con contundencia e intención y quebró el saque del heleno pronto. Luego contemporizó al resto y cuando vio otra oportunidad de acelerar (Tsitsipas ayudó con dos dobles faltas), la aprovechó. No le distrajo ni el hecho de que el heleno se sentara en su banquillo habitual ni que se cambiara de zapatillas sin haber descanso.
El segundo set lo pudo finiquitar antes, con un 0-40 en el quinto juego después de sumar un par de tantos increíbles, pero fue en el noveno cuando sentenció. A su rival, el partido se le hizo más cuesta arriba que el Olimpio, y los dioses estaban con Nadal. Lo que vino después fue un rosco de manual. Tsitsipas jugó con valentía, pero se topó con un superclase que ganó el 85% de los puntos con primeros servicios y logró un balance ideal entre golpes ganadores (28) y errores no forzados (14). "Me cuesta sacar algo positivo de este partido. Su saque, su agresividad desde la línea, los ángulos... Tiene talento para hacerte jugar mal, hace que tu cerebro tenga que trabajar más", dijo después el ateniense, al que se le augura un gran futuro. Pero, de momento, Nadal sigue siendo un gigante para cualquiera.