“La Davis es dura, curte y te hace mejor jugador de tenis”
Bautista y Carreño ansían tenerla, como Nadal, Ferrer y Feli. Carreño: “Sería bonito levantarla, porque para ello hace falta un equipo”.
En la Plaza de Toros de Valencia, donde desde mañana España se medirá en cuartos contra Alemania, se entrenan entre remolinos de viento Rafa Nadal (31 años), Feliciano López (36) y David Ferrer (36). Los dos primeros, con cuatro Davis en su palmarés. El tercero, con tres. A su lado, dos tenistas que no la tienen y la desean, y que en la última y turbulenta época que siguió al descenso a Segunda en Brasil en 2014 han estado a las duras y las maduras: Pablo Carreño (26 y 12º del mundo) y Roberto Bautista (29 y 17º).
“La Davis curte. Es dura. Todas las experiencias que he sumado me han hecho mejor jugador, tener más empaque y afrontar los momentos difíciles con picos de nervios muy altos en los torneos”, cuenta Bautista, que jugó en Alemania, Brasil, Dinamarca, Rumanía y Croacia antes de poder debutar en casa en Marbella, en primera ronda. Perdió ante Cameron Norrie (114º del mundo). Un palo de esos que de vez en cuando se esconden tras la Ensaladera.
“Esta competición te da experiencia, un saber estar... Al final son partidos a cinco sets muy difíciles de saber llevar por la tensión. No tiene nada que ver con la ATP”, coincide Carreño, formado en el CAR de San Cugat, que se acercó a ella como sparring en 2013 en la Caja Mágica frente a Ucrania. “Tenía al lado a Nadal o Verdasco y mucha gente en las gradas. Me marcó. Me hizo sentir diferente, y vivirlo ahora como jugador es muy bonito”, recuerda.
“La Davis es lo máximo. Cuando era pequeño no me perdía ni una eliminatoria. Me sentaba a verla en el sofá, con la familia. Es la competición que todo niño quiere jugar. Te da mucho nombre, te hace visible. Ojalá Pablo y yo podamos añadir este torneo al palmarés”, desea el castellonense.
“Sería muy bonito poder levantar este título, porque se necesita un equipo entero. Eso lo hace especial”, abrocha el gijonés. Carreño y Bautista. Dos tenistas sin Ensaladera… y con hueco para ella en la vitrina.